En la edición de Febrero:
La conclusión es clara: la reducción de los derechos
de aduana ha estimulado las exportaciones y en poco tiempo ha determinado una
explotación excesiva y dramática de las reservas de pescado con valor
comercial. Resultado: ecosistemas marinos destruidos y seguridad alimentaria
local amenazada. Según Greenpeace, si no se provee cuanto antes a reforzar la
reglamentación y gestionar la pesca de forma rigurosa y concreta, se deben
abandonar inmediatamente los planes de liberalización salvaje del mercado de la
pesca, porque el consecuente excesivo disfrute de los recursos provoca
resultados sociales y ambientales gravísimos.
Lea el artículo “¿ESTÁ EL OCÉANO EN VENTA?” en la
edición de Febrero de la Revista Pesca.
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