Si bien los ministerios son los responsables en el rol del Estado para promover el desarrollo en su ámbito, no son los únicos. La forma de gestión fragmentada y sectorializada tiene como expresiones concretas una alta desestructuración entre las instancias estatales que realizan tareas similares, propician la duplicidad de esfuerzos, componen bases de datos no compatibles, velan por los intereses institucionales específicos antes que los del conjunto del territorio, reducen la capacidad de prevenir conflictos, mantienen un escaso conocimiento del valor de los daños y perjuicios, sub valoran la participación ciudadana, haciéndola más vulnerable a los grupos de presión, entre otras.
La definición de una política de Estado para el desarrollo de la pesquería en el corto mediano y largo plazo requiere de una base legal sólida cuidadosamente diseñada con participación de todos los sectores del Estado y de todos los agentes de la pesquería.
Una política pesquera debe ser parte de una estrategia general de desarrollo sostenible.
Una política exitosa debe basarse en un proceso de planificación completo e integrado, para armonizar los valores culturales, económicos, ambientales y para equilibrar la protección ambiental y el desarrollo económico. Sin un proceso integrado de planificación, ni de participación ciudadana, tiende a ser incompleta, desintegrada y sectorial.
Las propuesta electorales deben proponer un proyecto de un plan de gobierno debidamente financiado y no demagógico.
Esta acción requiere de la participación de personal de personal especializado en cada disciplina que actúe integrada y coherentemente con los agentes del sector.
Los riesgos del ejercicio del poder en forma absoluta y despótica deben ser minimizados mediante la creación de un Consejo Nacional de Pesca en el cual estén representados todos los agentes del Sector y de la Sociedad Civil, que actué como un real y genuino organismo consultor.
Aunque el escenario electoral parece que vendrá marcado por la música, el baile y las agresiones personales más que por propuestas programáticas. Aunque la prensa no cuestiona temas pesqueros, probablemente por desconocimiento, es necesario insistir en el diseño de una política de Estado para la Pesquería. El futuro de la pesca, de la alimentación y el impacto del cambio climático son más importantes que un proceso electoral lleno de promesas demagógicas e inalcanzables.
Una oferta electoral coherente debe incluir una política de largo plazo, cómo se implementará, quiénes la implementarán qué recursos financieros serán aplicados y cuál será el origen del financiamiento.