No creas en todo lo que se dice.

Aun cuando creas que algo aparece claro, ponlo en duda y no reposes. Duda de todo lo que parece ser bonito y verdadero. Pregúntate siempre: a «¿Para qué?». No creas que una cosa sola es buena; lo recto no es recto y tampoco lo curvado es curvado. Si alguien dice que un valor es absoluto, pregúntale en voz baja: «¿Por qué?». La verdad de hoy puede mentir ya mañana. Sigue el río desde donde comenzó el torrente. No te basten las piezas aisladas. Pregúntate siempre: «¿Desde cuándo?». Busca las causas, une y disuelve, atrévete a mirar tras las palabras. Si alguien dice: «Esto es bueno (o malo)», pregúntale en voz baja: «¿Para quién?» Friedrich Paulus

La debida gestión pesquera

El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas. Paul Greenberg.

REVISTA PESCA

La Revista Pesca es un medio de información alternativo que presenta artículos, opiniones y noticias referidas a la pesca en el Perú y el mundo, con énfasis en la política pesquera, la sostenibilidad de los recursos pesqueros y la seguridad alimentaria. En este blog se publican notas de importancia, así como novedades del sector pesquero.

En 2024 cumplimos 65 años de publicación en el Perú.

Las ediciones a partir del 2010 se publican en formato digital (PDF) en la siguiente página web: http://www.issuu.com/revistapesca/docs


Merecemos una gestión de la pesca con visión de país y compromiso con el ciudadano.

Los peces del Perú, primero para los peruanos


sábado, 31 de diciembre de 2022

La designación de nuevas autoridades en la pesca peruana

La designación de funcionarios en el Estado, en PRODUCE en este caso, obliga a revisar su calidad, puesto que tienen la capacidad de tomar decisiones y ejecutar acciones que afectarán a cientos o millas de personas.

Es necesario observar el antes, el durante y el después de sus gestiones para, en algún momento evaluar qué pasó con el área o entidad dirigida. Esto con miras a repetir la gestión en otro gobierno, o evitarla.

El funcionario público designado debe tener capacidad, habilidad y actitud. La experiencia debe medirse por los resultados y no por los años de ocupar diversos cargos dentro del Estado reciclándose gobierno a gobierno como ocurre generalmente en nuestro sistema.

Podrá haber nuevos gobiernos, nuevas autoridades, mejores o peores; pero los funcionarios que se nombran en cada nueva administración, generalmente son los mismos que ya usaron en otros puestos y pertenecen a un grupo de personas las cuales, como manada de lobos, se reciclan, mutan y se alimentan del Estado. Se ocultan en la espesura en espera de la oportunidad de saltar sobre la yugular de su víctima: un nuevo puesto público. Cual cardúmenes de peces en busca de aguas propicias por su temperatura y oxigenación, estas personas migran, se protegen y acomodan entre ellas.

La razón para el fracaso de muchas gestiones podría deberse a la falta de motivación, mística y ausencia de voluntad de servir al sector, el mismo que tiene que ser debidamente conocido por la persona que acepta un cargo, pensando en el país y en las necesidades sectoriales antes que en sus intereses personales.

El trabajo del cual el funcionario aduce tener experiencia, debe medirse por sus resultados. La experiencia no puede medirse por los años en los cuales se calienta un asiento en diversos puestos del aparato estatal o sectorial. Puede haber pasado ese tiempo dedicado a servir a sus ambiciones propias, a intereses personales y/o de parte, antes que a los del sector y del país.

Esa “experiencia”, sumada a una acumulación de títulos, es insuficiente para ejercer un cargo público, si es que no va acompañada de decencia, honestidad y un alto nivel de ética y moralidad. Un corrupto perfectamente capacitado y entrenado, seguirá siendo corrupto. Sus títulos no lo convierten en un funcionario comprometido con el cargo, ni lo vuelven decente, ni le dan la mínima estatura moral que se requiere.

El país ha visto en los últimos años la presencia de funcionarios incompetentes y corruptos a tal nivel, que lo que urge ahora es competencia; pero con decencia moral e intelectual e incorruptibilidad por encima de todas las cosas. 

Debemos reconocer que, así como de cien ignorantes no puede salir un sabio; de cien títulos, maestrías y doctorados no sale un ser moral, decente y honesto. Estas virtudes son innatas en algunos individuos y se perfeccionan en el hogar principalmente. No se adquirirán espontáneamente con la consecución de un galardón técnico.