Casi
a la mitad del mandato del actual gobierno, el sector pesquero peruano puede
dejar de esperar grandes reformas de fondo en el sector. Si bien es cierto la
actual administración ha marcado un hito histórico al haber enfrentado, sin
ceder, al poder tradicional que ha ejercido la industria en el manejo de la
pesquería, involucrando al propio presidente de la República, debe reconocerse
que no ha implementado un cambio sustancial en los temas principales. Un simple
decreto supremo, como es el caso del DS 005 generó un largo debate y un
desgaste innecesario que se detuvo allí mismo. Es una norma importante pero
imperfecta que lo que ha generado es una inmovilización de la autoridad
sectorial. Después de la guerra desatada por el mismo, todo se silenció. Los medios
perdieron interés, los administrados decidieron esperar que termine la gestión
y el Estado se quedó estático. Pero por primera vez fue el Gobierno quien puso
la agenda y no los medios.
En primer lugar el plan de gobierno no tenía objetivos
estratégicos claros para el sector, aunque es usual en el país que dichos
documentos son tan solo para comprar votos y no constituyen realmente una
agenda de gobierno. En segundo lugar, no existe una política de Estado que
marque un rumbo para el largo plazo. En tercer lugar, la política de gobierno
diseñada por el Ministro Burneo, que fue el primer titular del pliego de la
Producción y expresada a través de un Plan Estratégico Multianual, no ha tenido
una continuidad visible y al parecer la actual administración carece de mayor
interés en el mismo. Sin embargo tampoco diseña un nuevo plan, aunque esto
último sería absurdo en un escenario de tan corto plazo para el término de su
mandato.
En la historia de la pesquería peruana de los últimos 20
años, ninguna administración o partido político ha tenido voluntad para prestar
atención a la problemática pesquera, dejando su manejo a los propios
administrados a través de múltiples mecanismos de intervención y manipulación.
Este es el escenario que enfrentan los interesados en
acceder al poder en el 2016. Si el país tuviese la suerte de contar entre los
candidatos o partidos que disputarán por el poder en las próximas elecciones,
voluntad política para introducir reformas pesqueras, es momento de que vayan
diseñando programas efectivos de gobierno, e ir formando cuadros y equipos que
participen en la implementación de dichos planes una vez conseguido el acceso
al poder.
De otra manera, la pesquería peruana seguirá siendo más
de lo mismo y el poder fáctico recuperará su poder para disfrutar del beneficio
propio de la bonanza pesquera, sin que la Nación participe debidamente de la
misma. A menos que los ciudadanos peruanos tomen conciencia de la importancia
de la pesca y empiecen a movilizarse para demandar las reformas que son
necesarias.
Marcos Kisner Bueno