Al establecer la propiedad sobre un recurso común, la
principal cuestión ética se refiere tanto a la manera de decidir quién tiene
acceso y quién no lo tiene como a la manera de equilibrar los intereses de
la libertad de acceso con la justicia de la restricción mediante
la distribución de los beneficios. En la denominada «tradición libertaria»
(Schmidtz, 1990), la justificación de la propiedad y el dominio está en que,
cuando las personas tienen sus propios poderes (autodominio), pueden intercambiarlos
en el mercado ejerciendo dichos poderes y poseyendo lo que pueda surgir de esta
labor. En consecuencia, como se señala en el denominado «teorema de Coase», la
propiedad de los recursos, con un sistema eficaz de intercambio y un mecanismo
asequible de solución de conflictos, debería garantizar unos resultados
económicos óptimos (Coase, 1960).
Sin embargo, la posición libertaria ignora que cuando los
poderes individuales llevan a cabo una labor válida lo hacen en un contexto
social, como las comunidades de pescadores tradicionales, con su compleja trama
de esfuerzos humanos múltiples. Una política de asignación que se concentre en
los poderes propios individuales puede dar lugar a injusticias para con las
comunidades de pescadores. Efectivamente, el teorema de Coase subraya que la
propiedad no garantiza la equidad, reconociendo que no guarda relación con la
dimensión moral de la distribución de los beneficios sociales y el bienestar
humano.
Lea el artículo “ANALISIS ETICO DE LA PESCA” en la edición de
Febrero de la Revista Pesca.
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