Pesca y Acuicultura tal vez sea el sector políticamente más maltratado. El Ministerio de la Producción se creó en el año 2002. Al día de hoy 19 de noviembre de 2020 hemos tenido 23 ministros, de los cuales, salvo dos, los demás no provenían del sector pesca ni tenían experiencia en el sector. En el mismo período hemos tenido 15 viceministros de pesquería, de los cuales el único que provenía del sector y conocía de pesca fue Alfonso Miranda, el viceministro de mayor duración en el tiempo que se ha tenido y que realizó importantes aportes para la promoción del consumo de anchoveta. Los demás, o tuvieron poco tiempo para diseñar algo importante, carecieron de la fuerza y/o capacidad necesarias para hacer algo trascendente, o simplemente no tuvieron una propuesta.
En la administración del sector ha primado la ausencia de hechos efectivos para la pesca artesanal peruana y para el ciudadano no pesquero. Promesas que son difíciles de cumplir y otros instrumentos de manejo político y administrativo, se convirtieron en árboles que impidieron ver el bosque de necesidades y problemas que atender. El manoseo político le ha robado el alma a la institucionalidad pesquera. La indiferencia y la ignorancia también hicieron su parte.
La pesca ha sido una actividad sin importancia para los gobiernos; pero apetecida por políticos con agendas personales, o lo que es peor: sin agenda. En este contexto, lo que queda del actual gobierno no creo que pueda ofrecer nada nuevo para el sector, ni cambios fundamentales tampoco. No podría, aunque quisiera, porque el tiempo no se lo permitiría. Habrá un continuismo de lo que se ha venido haciendo, es decir atender el día a día sin visión de futuro.
No mejorará la gestión pesquera mientras los funcionarios sigan trabajando sin compromiso, por el temor a perder el empleo, o subordinados a la autocracia de la autoridad de turno y tampoco mientras no se defina una Política de Estado para el largo plazo. Tampoco con funcionarios de “confianza” pero sin experiencia ni conocimiento.
En tanto no exista una Política de Estado, una visión de largo plazo para introducir reformas sustanciales y no se designe a las personas adecuadas, todo seguirá siendo más de lo mismo.
Se estima en aproximadamente 500 mil las personas que de una u otra manera tienen relación laboral o comercial (incluida la gastronomía) con la pesca en general. El próximo gobierno debería adoptar un enfoque desde la perspectiva de los otros casi 33 millones de ciudadanos peruanos que no tienen ningún interés ni relación laboral o comercial en el negocio pesquero; pero que son los propietarios legítimos del recurso. La presentación de cifras macro o micro económicas es un tema que al ciudadano NO pesquero no le importa.
La oferta política para el sector pesquero debe ir más allá de los aspectos puramente biológicos, pesqueros y estadísticos para enfocarse en la perspectiva del país (que tiene una parte considerable de la población con bajos niveles de consumo y de acceso a los alimentos) y del ciudadano como consumidor, que tiene derecho a los mismos niveles de inocuidad y calidad con los cuales que se exportan nuestros productos. El Perú cuenta con una importante población de niños hambrientos, desnutridos y anémicos, mientras reman en un mar de proteína abundante. Merecemos una gestión de la pesca con visión de país y compromiso con el ciudadano.