Tan solo cuatro décadas le han bastado a las pesca de arrastre para
cambiar la morfología del cañón submarino de La Fonera en la costa catalana. Un
nuevo estudio publicado por la revista «Nature» y con la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha
determinado que este tipo de actividad altera la «dinámica sedentaria de los
ambientes marinos profundos».
«Arado
en el fondo del mar profundo» es el nombre de esta investigación que se ha
centrado en el impacto de la pesca de arrastre en los caladeros de pesca del
talud continental superior de entre 200 y 900 metros de profundidad.
La
pesca de arrastre consiste en el empleo de una red lastrada que barre con el
fondo del mar y captura lo que va encontrando a su paso. Es una práctica muy
destructiva para el ecosistema que en muchos países del mundo está regulada. La
Unión Europea planteó
en julio de este año prohibir poco a poco la práctica de esta técnica de pesca
al noreste del Atlántico para «garantizar una explotación sostenible y
disminuir las capturas accesorias».
«Hasta
hace muy poco se creía que el impacto de la pesca de arrastre solo tenía
efectos en la fauna que vive sobre el sustrato y no había nada concluyente
sobre el terreno. Con el arrastre
se remueve el sedimento, este se pone en suspenso y se crea
como una nube de sedimento. En se relieve hay pendientes y con el movimiento de
sedimento se produce una especie de alud de fango. Como resultado queda una morfología más suavizada
que la natural», explica a ABC el investigador científico del
CSIC, Pere Puig.
Puig,
encargado del departamento de geología Marina del Instituto de Ciencias del Mar de
Barcelona-CSIC, señala que esta investigación partió de los descubrimientos
de un estudio previo sobre los flujos de los sedimentos marinos. «Nos dimos cuenta que estos flujos no era
naturales sino que estaban alterados por la pesca de
arrastre», ha apuntado Puig.
Arar en el mar
Según
los investigadores españoles, el impacto directo de la pesca de arrastre sobre
poblaciones de peces y comunidades bentónicas (organismos que viven y realizan
sus funciones vitales en dependencia estricta de un substrato) ha sido muy
estudiada, más no así la modificación de las propiedades físicas de los
sedimentos del fondo marino, los intercambios químicos y los flujos de
sedimentos.
«Nuestros
resultados sugieren que en las últimas décadas, a raíz de la industrialización
de las flotas pesqueras, la pesca
de arrastre se ha convertido en un importante motor de la profunda evolución
del paisaje marino. Dada la dimensión mundial de este tipo de
pesca, anticipamos que la morfología de la parte superior del talud continental
en muchas partes de los océanos del mundo podrían ser alterados por la parte
inferior intensivo pesca de arrastre, que produce efectos comparables sobre el
fondo del mar profundo a los generados por el arado agrícolas en tierra», reza
el informe.
Puig
explica que al igual que un campo de cultivo en la tierra, con el tiempo, estos
procesos de arado cambian sus características y por lo tanto la diversidad de
especies que allí hacía vida. «Estos fondos marinos han cambiado, ya no son naturales sino que se han
antropizado y han sobrevivido especies que se han adaptado a
estas perturbaciones, como las gambas», apunta el investigador científico.
Apuntan
que la próxima línea de la investigación será indagar en cómo afecta este
arrastre a las especies que viven en el sedimento, ya que con el constante
movimiento no pueden hacer un hábitat estable.
Las
investigaciones sobre la dinámica sedimentaria, y sus flujos se realizó desde
el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona-CSIC y lo correspondiente a la
batimetría (el estudio de la profundidad marina) y visualización a grandes
profundidades estuvo a cargo de la Universidad de Barcelona.
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