Conga, Espinar y en el medio Paita, como lugares recientemente emblemáticos de protestas ciudadanas inspiradas por diversos motivos; pero con un denominador común: alguien instiga, incita, organiza y financia la violencia como instrumento de presión para imponer su voluntad al Gobierno.
En los tres casos la autoridad ha reaccionado restableciendo el orden de diversas maneras y efectuando algunas detenciones de presuntos responsables. Recientemente se detuvo al alcalde de Espinar en relación a los sucesos de dicha área y se apreció una actitud de imposición de autoridad y restablecimiento del orden más o menos efectiva y evidente. Situación similar se observa en Cajamarca.
Sin embargo la protesta de Paita exigiendo mayor cuota de captura de merluza no tuvo una reacción similar por parte del Estado. En Paita la autoridad se sometió a las exigencias de una turba que causó violencia y bloqueos de carretera, muy posiblemente organizada, incitada, y financiada por alguien. En este caso puntual no se conoce de investigación alguna que profundice sobre los verdaderos motivos del paro ni tampoco de detenciones importantes. Los instigadores y financistas de esta acción pasaron desapercibidos.
¿Qué oscura razón motiva a la autoridad a adoptar actitudes clara y visiblemente diferentes en estos casos? ¿Por qué no se ha ido más al fondo en cuanto a investigar los sucesos de Paita?
Más allá de hechos evidentes y conocidos como un Ministro que se ausenta del país en medio de una crisis, un Ministro encargado de la cartera de Producción que no quiere firmar una norma que satisface las demandas de los merluceros aceptadas fácilmente por el Premier, no se conoce de una investigación más profunda que la Sociedad Civil peruana se merece.