La inversión en el sector pesquero es un tema que debe verse con especial atención por cuanto no hay posibilidad legal ni biológica de incrementar el esfuerzo pesquero sobre la anchoveta, que es el recurso principal del país. El resto de especies, salvo la merluza, en parte el jurel y caballa y quizá también la pota, tienen cierto nivel de investigación científica aunque insuficiente. Las demás carecen de información adecuada para generar reglamentos de ordenamiento adecuados. Por tanto es poco probable que se realicen inversiones en extracción en un escenario impreciso y aleatorio, en medio, además, de un cambio climático global.
La acuicultura ha demostrado que, pese a los incentivos existentes, no genera atractivo en la inversión nacional, existiendo incluso algunas empresas más interesadas en invertir en Chile que en Perú.
La industria de CHD es probablemente la que soporte mayores inversiones en la medida que las biomasas de sus recursos objetivos lo permitan, salvo que se orienten a la generación de mayor valor agregado, lo cual parece ser la única posibilidad, aunque limitada por la disponibilidad biológica, lo que obliga a la prudencia en la inversión.
El área que requiere y demanda inversión es la pesca artesanal, la cual requiere como prioridad el mejoramiento de toda la infraestructura pesquera artesanal. Es obligación del Estado hacerlo, pero lamentablemente carece de recursos económicos suficientes dado que el presupuesto sectorial es muy limitado y no recibe mayor contribución de la industria, la que a la vez no tiene esa responsabilidad formal; pero quizá sea el área donde el sector privado pueda hacer importantes inversiones, toda vez que los desembarques para la industria de CHD se re realizan utilizando infraestructura del Estado, limitado para hacerlo por las razones descritas.
La otra área de inversión es en el terreno de la investigación, para la cual el Estado tiene la misma limitación financiera mencionada. Dado que la investigación termina en información de uso comercial para el sector privado, es también una buena posibilidad de inversión no solo financiando grandes proyectos de investigación del IMARPE, quien recoge cooperación internacional sino con aportes directos, ya que recibe poco o nada de cooperación nacional.
Es importante que el sector pesquero privado considere invertir en estas dos grandes áreas, cuyos beneficios serían recibidos directamente por las propias empresas pesqueras nacionales en forma de mejores servicios, dado que la inversión en nuevos proyectos pesqueros es de dudoso resultado comercial por las limitaciones de orden biológico existentes y porque el Estado no recibe suficientes recursos para hacerlo.
IMARPE merece mayor aporte del Estado y del sector privado, sobre todo porque su enorme prestigio internacional lo hace merecedor de la confianza de la comunidad científica, la cual se verá reforzada por la auditoría que la autoridad de pesquería va a hacer y que no hará otra cosa que reforzar tan bien ganada y merecida imagen.
El canon pesquero es insuficiente para realizar inversiones en infraestructura e investigación. Los derechos de pesca que quedan a disposición del Ministerio de la Producción tampoco son suficiente, como tampoco lo es la renta.
La última gran área de inversión es la descontaminación de las bahías afectadas, en parte, por la industria pesquera, así como en medidas de prevención de la misma. Las poblaciones costeras recibirían de buen agrado una inversión importante del sector privado en este tema.
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