El discurso del presidente Castillo, en relación a la pesca dice lo siguiente:
1. “Revisaremos las condiciones económicas con grandes
empresas pesqueras para la obtención de mayores ingresos tributarios para el
país, y para que generen mayor valor agregado e industrialización de nuestros
recursos naturales y marinos y empleo digno.
2. Aseguraremos la sostenibilidad en la explotación de
recursos pesqueros y la cadena productiva para el consumo humano directo en
base al ordenamiento y fiscalización en la captura de especies marinas
realizadas por las grandes y medianas empresa, la investigación para la sostenibilidad
y ampliación y diversificación de pesca para el consumo, y la acuicultura.
3. Promoveremos la micro y pequeña empresa de acuicultura y
la implementación de parques industriales acuícolas, la producción de anchoveta
en salazón, charqui y embutidos con los pescadores artesanales y el reflote de
nuestra industria para abastecer a nuestros programas de asistencia
alimentaria.
El primer enunciado es significativo y lleva implícito el reconocimiento de
que la aportación de la industria pesquera vía impuesto a la renta y derechos
de pesca son insuficiente o injustas y necesitan ser revisadas. En este
contexto se presume también que la orientación extractiva de la industria sería
revisada en un marco integral que enfoque toda la problemática actual del
sector.
El interés nacional requiere políticas que puedan, además de cuidar los
recursos pesqueros para las generaciones futuras, darle a la sociedad una
adecuada participación en las ganancias que obtienen quienes se ven
beneficiados por una concesión de explotación de un bien común, patrimonio de
toda la nación. Alimentos de precio accesible para toda la población, con la
misma calidad de los que se exporta.
El segundo enunciado lleva implícito una serie de medidas y acciones. Nada
podría ser posible ni diseñar ningún objetivo si es que primero no se asegura y
garantiza la sostenibilidad de los recursos pesqueros. Ese solo enunciado
implica una serie de acciones que contribuyen a ese propósito. Si las especies
dejan de ser sostenibles no habría nada que administrar ni regular
Una o varias especies extinguidas son imposibles de ser reguladas
Todo ello requiere un IMARPE honesto eficiente y que proporcione información
seria para elaborar reglamentos de ordenamiento. Si eso no ocurre primero no
habrá nada que regular ni ordenar
Para que los pescadores adquieran condiciones mejores de vida y trabajo
primero debe asegurarse les que las especies de las cuales viven sean
sostenibles. De lo contrario de nada servirán las normas ni los DPAS ante la
ausencia de especies que pescar
Todo ello está implícito en el término sostenibilidad. La administración
desconoce el volumen real de la biomasa de todas las especies del ecosistema
marino de Humboldt y del ecosistema fluvial y lacustre.
En el caso de la extracción, recién desde los censos del 2012 y 2013 y de
la ENEPA III de 2015, aunque con imperfecciones, se conoce el número de
pescadores y embarcaciones artesanales existentes. Por tanto no se puede
determinar con precisión la capacidad de extracción que tiene la flota
artesanal y de menor escala, ni el impacto que viene teniendo sobre las
poblaciones de peces que extrae.
No se puede gobernar, administrar o regular lo que no se conoce. Para una
adecuada administración de la pesquería se necesita fundamentalmente dos cosas:
Primero, conocer cuántos administrados tiene, a todo nivel, pescadores,
armadores, artesanales, industriales, embarcaciones y plantas de proceso.
Segundo, se requiere información científica sobre los recursos hidrobiológicos.
De esta manera se puede establecer cuál es la capacidad de extracción que
soporta el ecosistema y cuál es la capacidad de realizar esfuerzo pesquero
existente. Correlacionando ambos datos recién se puede determinar cuanta
biomasa puede capturarse a fin de regularla debidamente y por otro lado, si hay
un excedente de embarcaciones, lo que permitiría establecer si es posible
otorgar nuevos permisos de pesca y/o reducir los existentes.
Un ordenamiento pesquero apropiado a la realidad nacional debiera ser la
suma de normas y acciones conducentes al logro de tres objetivos genéricos:
Alimentación, Empleo e Ingresos Económicos. Ello exige contar con información
científica y evaluar factores económicos y sociales que inciden directa o
indirectamente en la actividad pesquera.
La pesquería peruana es única en el mundo debido a las condiciones
favorables que crea la corriente de Humboldt y vuelve al Perú en el país donde
se desembarca los volúmenes de pesca más grandes del planeta, pero basada en
una sola especie: la anchoveta. El resto de recursos dependen de este gran
ecosistema y de esta especie como componente principal de la cadena alimenticia
del ecosistema marino de Humboldt. Por ello su ordenamiento requiere de un
diseño propio y no de recetas provenientes de fuera.
A la fecha los pocos ROPS (Reglamento de Ordenamiento Pesquero) que
existen, están diseñados recurso por recurso y no con enfoque ecosistémico. Y
la gran mayoría de especies no tienen reglamento. Es necesario aplicar a
nuestra pesquería el concepto y los principios del manejo ecosistémico;
diversificar el esfuerzo pesquero y propiciar iniciativas que redunden en el
consumo humano de nuestros recursos.
Alcanzar pesquerías sostenibles y socialmente responsables no puede ser
producto únicamente de leyes o normas, sino, además, de una adecuada
capacitación y educación que facilitará el cumplimiento de la normativa en toda
la cadena de valor de la pesca artesanal.
Un ecosistema en desequilibrio por actividad pesquera constituye la
realidad actual. Está provocado por la mecanización y masificación de la
captura de especies marinas, por la deficiente regulación y la ausencia de
difusión de la realidad pesquera. Ello conduce a desórdenes de orden económico
y social, al empobrecimiento del mar y a la frustración de los actores de la
pesquería.
Hay que investigar nuevas especies porque las más capturadas podrían ya
estar al borde del agotamiento, cosa que se desconoce por falta de información.
Hay que diseñar nuevas presentaciones de productos para poder abarcar el
territorio nacional, que adolece de insuficiente infraestructura de frío para
almacenamiento y distribución.
Un ecosistema en equilibrio con actividad pesquera debe ser el objetivo
principal de la Administración Pesquera, que autoriza la extracción racional de
una porción de biomasa de cada nivel trófico, privilegiando la cautela de
ciertas especies y el sacrificio de otras en beneficio del hombre.
Es imposible disimular el hecho que los desembarques de las especies más
populares destinadas al consumo humano nacional, objetivo principal de los
pescadores artesanales, están en niveles bajísimos debido a la reducción
dramática de las respectivas biomasas. Sin embargo, esto último es una
deducción de lo que se observa, puesto que se desconoce la existencia de
informes científicos que muestren el estado de salud de esas poblaciones de
peces.
Las especies como la cojinova, corvina, lenguado, congrio, mero, chita,
etc. escasean y, por tanto, aumenta el costo de la faena, sube el precio al
consumidor y consecuentemente baja o desaparece la rentabilidad del esfuerzo
pesquero (y la del pescador).
Tampoco se puede ocultar que el número de personas que pescan ha aumentado
y que éstas están cada vez mejor equipadas a nivel de flota y de aparejos
tecnificados. A ello se le define como aumento o crecimiento del esfuerzo
pesquero.
Se ha atribuido siempre a los recursos marinos, no solo el carácter de
renovable, sino, además, la cualidad de inagotable. El recurso pesquero no
aumenta en función de la demanda. Sucede que la biomasa de las diversas
especies objetivo sigue el camino inverso, éstas se reducen y por tanto son
insuficientes para satisfacer las expectativas y necesidades de todos los
partícipes de la pesquería.
Se ha elegido aceptar el mito, en obstinada ignorancia de los hechos,
creyendo que los recursos pesqueros son infinitos e inagotables y forzando la
extracción hacia límites impredecibles en sus consecuencias.
La forma más racional de proteger nuestros recursos pesqueros es adoptando
un enfoque precautorio y no incurrir en incentivar mayor consumo, que a su vez
presiona sobre mayores capturas. Los peces son recursos naturales renovables,
solo si se les deja reproducirse adecuadamente cuidando de no reducir sus
poblaciones. Esto requiere de regulación basada en información científica.
En tanto no haya información que permita regular la captura de estas
especies y asignarles no solamente un cuota anual de extracción, sino
establecer sistemas de control eficaces, no parece que haya otra acción más
sensata posible.
El nuevo gobierno presenta un enfoque adecuado para la administración de la
pesquería, alejado del paradigma tradicional, donde se gobernaba desde un
Palacio de Gobierno que es un monumento de piedra que fija la presencia y el
dominio de la oligarquía y la derecha en beneficio de sus propios intereses y
no de las mayorías. Este gobierno, al decidir trabajar fuera de ese recinto,
envía un claro mensaje y una señal de que el manejo del país adquiere el rumbo
debido e independiente de los poderes fácticos de la derecha liberal.
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