“Que los ministros cambien a menudo es un
mal; pero hay uno peor, y es cuando un ministro malo no cambia nunca” . (sic) Pelet de la Lozère
Nos hemos convertido en un Estado
copado por miles de intereses particulares a los que poco o nada les importa el
interés nacional.
En determinadas
circunstancias, el lobismo reaparece y se reafirma, como en los últimos días
que se observa en algunos medios y redes sociales, una campaña sobre la necesidad
de reducir la talla mínima de la anchoveta y en relación a su pesca en el sur
del Perú.
La industria de harina de
pescado desea un régimen especial de pesca en el sur del Perú, que le permita
extraer anchoveta dentro de las cinco millas y en la reducción de su talla
mínima. Deseos y pedidos que constituyen un legítimo derecho y que generan
acciones conducentes a proteger sus intereses, como es la creación de
corrientes de opinión que influencien a la opinión pública.
https://sudaca.pe/noticia/opinion/juan-carlos-tafur-el-papel-de-la-ministra-choquehuanca/
https://prensaregional.pe/prendamos-el-motor-de-la-pesca-en-el-sur/#google_vignette
https://sudaca.pe/noticia/informes/cristian-rebosio-pesca-en-el-sur-la-oportunidad-perdida/
Atender estas demandas, requiere contar con una entidad científica que garantice veracidad, credibilidad y que esté totalmente libre de sospechas de corrupción. Ignorar el mandato del DU 015-2020 no abona en favor de la transparencia.
En relación a la pesca en
Chile, hay que recordar que ya no se pesca anchoveta dentro de las cinco millas
en el norte chileno.
“A pesar de que la Ley de Pesca permite la operación de
la flota industrial en las primeras cinco millas, siempre y cuando no
interfiera con la flota artesanal, a principios del año 2021 la Corte Suprema
señalo que estas autorizaciones deberían ser temporales, no obstante, la
implementación de esta medida de administración ha resultado imposible, lo que
ha vuelto inviable la operación de la flota industrial en Arica”. “La imposibilidad de operar al interior de
algunas áreas selectivas de las primeras 5 millas, y después de más de dos años
sin capturas de anchoveta, la compañía se vio en la obligación de cerrar las
operaciones en Arica, tras un gran esfuerzo de CORPESCA, que ya no se puede
sostener más”, explicó Pedro Moreno, gerente de Base Arica de Corpesca
Información que se puede ver
en detalle en el siguiente link:
La sociedad peruana tiene que
entender cómo es que funciona el Estado y cómo se elaboran las leyes y normas
que deciden el futuro de la Nación. Tiene que estar vigilante para evitar que
una metodología inmoral de formulación de normas se instale en el país.
Los poderes fácticos son
sectores de la sociedad, al margen de las instituciones políticas, que ejercen
sobre aquella una gran influencia, basada en su capacidad de presión o
influencia. El poder fáctico no coincide necesariamente con el aparato formal
del Estado pero puede influir en las estructuras legales y regulatorias, por
intermedio de su capacidad de comunicación y/o de presión.
El lobby no es malo ni es
delito, solo es un medio usado por toda organización que busca siempre la
protección de sus intereses y la consecución de sus objetivos. El problema es
que siempre hay un funcionario inmoral y el lobista lo sabe, lo que conduce a corromperlo
para conseguir sus fines.
Lo que el país necesita es que
el funcionario que es, o puede ser sujeto de ser influenciado, sea una persona
decente, comprometida con el país, intelectualmente honesta, de una moralidad y
ética intachables, y moralmente obligado a actuar en forma justa y debida, pese
a la tentación proveniente de sobornos, o de la presión política.
El funcionario debe tener el
criterio para determinar si sus recomendaciones o sugerencias son lícitas o no
y si benefician a alguien indebidamente. Debe tener el valor de decir “no”
cuando piensa que es “no”. Pero cuando dicen “si” mientras piensan que “no” o
dice sí por la carrera, comodidad, por la ganancia, por el temor a perder su
empleo, mientras su conciencia dice que no, o calla, entonces el lobby se
convierte en un acto de corrupción.
No se puede permitir que el futuro
de la pesca esté en manos de funcionarios sin visión ni interés por las
mayorías, ni de los mezquinos intereses económicos de lobistas quienes
representan a los menos.
Todos la política y
normatividad debieran obedecer a principios y valores. Quien no los tenga será
incapaz de ordenar y gestionar un sistema decente. Toda la gestión pesquera
debe estar respaldada por información provista por un ente científico con
credibilidad y sin cuestionamientos.
¿Puede el futuro pesquero del
Perú estar en las manos de funcionarios temporales sin mayor legitimidad que
una resolución que los designa? ¿Sin visión de país, carentes de la experiencia
necesaria y de decencia intelectual, inmorales y sin agenda, sino tan solo el
interés por satisfacer los intereses gestionados por lobistas y/o poderes
fácticos sin escrúpulos, que en la práctica se convierten en los verdaderos
hacedores de las normas?
El funcionario público
designado debe tener capacidad, habilidad y experiencia. La experiencia no debe
medirse por los años de haber ocupado diversos cargos dentro del Estado, en los
cuales se ha calentado un asiento en diversos puestos, reciclándose gobierno a
gobierno como ocurre generalmente en nuestro sistema, sino por las cualidades
personales del mismo.
Esa “experiencia”, sumada a
una acumulación de títulos, es insuficiente para ejercer un cargo público, si
es que no va acompañada de decencia, honestidad y un alto nivel de ética y
moralidad. Un corrupto perfectamente capacitado y entrenado, seguirá siendo
corrupto. Sus títulos no lo convierten en un funcionario comprometido con el
cargo, ni lo vuelven decente, ni le dan la mínima estatura moral que se
requiere.
Podrá haber nuevos gobiernos,
nuevas autoridades, mejores o peores; pero se aprecia que buena parte de los
funcionarios que se nombran en cada nueva administración, generalmente son los
mismos que ya estuvieron en otros puestos, los cuales pertenecen a un grupo de
personas las cuales, como manada de lobos, se reciclan, mutan y se alimentan
del Estado. Se ocultan en la espesura en espera de la oportunidad de saltar
sobre un nuevo puesto público. Cual cardúmenes de peces en busca de aguas
propicias por su temperatura y oxigenación, estas personas migran buscando a
sus amigos y se protegen y acomodan entre ellos. Caminan en manada, rotan de
líderes a subordinados y viceversa, de acuerdo a las circunstancias.
Están siempre acechando los
cambios de autoridades para ver donde se ubican los amigos, a fin de
recolocarse ellos también y seguir parasitando al Estado sin ofrecer, en
contraparte, un servicio de calidad. Carentes de decencia intelectual y moral,
poseen, de alguna manera, una experiencia en la administración pública, han
aprendido de gestión pública y se han especializado. Sin embargo, eso no los
convierte en conocedores de los temas del cargo y/o sector en el cual operan.
Disimulan su desconocimiento de los temas sectoriales con discursos, gestos y
poses; camuflan sus verdaderos intereses; no evidencian ni preocupación por el
sector ni vocación por resolver sus problemas. Esa experiencia que aducen
poseer, no les concede necesaria, ni automáticamente, la estatura moral,
honestidad y decencia intelectual que requiere todo funcionario público digno.
En el tiempo más o menos corto
que dura el cargo, que siempre pretenden alargarlo adoptando una conducta
complaciente, exhiben una patética soberbia e incompetencia. Porque grande es
el temor que poseen de que no se le renueve el contrato o se les retire la
confianza. Por ello no hay que dar la contra, no hay que discutir, no hay que
opinar, solo flotar y durar el máximo tiempo posible. Hay que rendirse ante el
lobismo, sin pensar, sin contradecir, sin discutir.
El poder del lobby o del poder
fáctico sería mínimo y aceptable, en la medida que el funcionario público fuese
la persona correcta.
Optar o acceder a desempeñar
una función para lo cual no se está capacitado, constituye un acto de
inmoralidad e indecencia intelectual, tanto de quien designa como de quien
acepta, lo que constituye una ofensa al sector y al país.
El origen del problema se
encuentra en la limitación personal de cada persona, que no ha desarrollado un
espíritu de nación, de país ni de patria; que no tiene idea de lo que es
patria, ni conoce el sentimiento de la responsabilidad individual con el
colectivo al cual pertenece y al cual se debe. Estas personas buscan acceder a
cargos públicos con el único objeto de conseguir riqueza fácil y rápida, con la
única intención de satisfacer egos, ambiciones e intereses personales. En esto
no existe ninguna vocación de servicio ni de ayudar a los demás. Es vanidad,
soberbia y ambición, adornadas de un discurso vacío y falso.
La existencia de una clase
política que convierte a la política y al sistema de gobierno en una forma de
vida insana, amoral, indecente, favorece la aparición de personas que empiezan
una guerra de intrigas, manipulación y contubernios por obtener cargos, para
asegurarse a sí misma ventajas económicas y sociales que resuelvan sus propios
problemas y no los del sector.
Hace años se viene otorgando
el poder sobre la pesca a desconocidos que instauran el favoritismo hacia
amigos y gente de su confianza que solo busca su interés personal. Para ellos,
el sector es lo menos importante, lo que cuenta es la colocación de las
personas afines para proteger una estructura de poder que dure lo más posible.
La repartija de cargos es un vil acto que beneficia al poder de turno sin
importar las necesidades del sector.
La administración pública no
puede estar en manos de funcionarios inmorales, deshonestos y/o sin compromiso
con el país, que se consideran omnipotentes y que están al servicio de
intereses o ambiciones personales o de parte. El país no se puede gobernar con
una administración que carga funcionarios de esta naturaleza.