No creas en todo lo que se dice.

Aun cuando creas que algo aparece claro, ponlo en duda y no reposes. Duda de todo lo que parece ser bonito y verdadero. Pregúntate siempre: «¿Para qué?». No creas que una cosa sola es buena; lo recto no es recto y tampoco lo curvado es curvado. Si alguien dice que un valor es absoluto, pregúntale en voz baja: «¿Por qué?». La verdad de hoy puede mentir ya mañana. Sigue el río desde donde comenzó el torrente. No te basten las piezas aisladas. Pregúntate siempre: «¿Desde cuándo?». Busca las causas, une y disuelve, atrévete a mirar tras las palabras. Si alguien dice: «Esto es bueno (o malo)», pregúntale en voz baja: «¿Para quién?» Friedrich Paulus

La debida gestión pesquera

La Revista Pesca es un medio de información alternativo que presenta artículos, opiniones y noticias referidas a la pesca en el Perú y el mundo, con énfasis en la política pesquera, la sostenibilidad de los recursos pesqueros y la seguridad alimentaria. En este blog se publican notas de importancia, así como novedades del sector pesquero. En 2025 cumplimos 66 años de publicación en el Perú.

miércoles, 8 de octubre de 2025

LOS PECES, LA FLOTA PESQUERA, LA POTA Y EL ESTADO

 

Se ha atribuido siempre a los recursos marinos, no solo el carácter de renovable, sino además, la cualidad de inagotable. Se ha elegido aceptar el mito, en obstinada ignorancia de los hechos, creyendo que los recursos pesqueros son infinitos e inagotables y forzando la extracción hacia límites impredecibles en sus consecuencias.

El recurso pesquero no aumenta en función de la demanda. Sucede que la biomasa de las diversas especies objetivo sigue el camino inverso, éstas se reducen y por tanto son insuficientes para satisfacer las expectativas y necesidades de todos los partícipes de la pesquería.

La disminución de las poblaciones de peces se ha acelerado al compás del aumento de las inversiones y del incremento de pescadores artesanales contraviniendo elementales principios de conservación, precaución, uso racional y sostenible del recurso y calidad en el tratamiento del medio ambiente.

Hoy hay menos peces que antes. El hecho es que la pesca de otras especies que no sean anchoveta, ha disminuido a niveles notorios y sus precios han subido considerablemente. Ya no hay meros, corvinas, congrios, cabrillas, etc. como antes.

La verdad es que los volúmenes que antes existían de otras especies ya no son los mismos. Ya no es rentable pretender vivir de su captura.

La pota es uno de ellos y enfrenta, además, un problema de exceso de embarcaciones para el stock disponible. Este es el escenario de vida del poblador costero. Una ilusión de pesca de pota que no les genera empleo sostenido durante todo el año, forzándolos a convertirse en supervivientes laborando en cualquier empleo temporal.

La pesquería peruana posee una capacidad de capturas muy superior a la tasa a la que los ecosistemas pueden reproducirse, lo que significa que los recursos hidrobiológicos, así como el capital, no se están utilizando eficazmente.

Los botes y aparejos artesanales tradicionales se han reconvertido y mecanizado. La capacidad de bodega y el esfuerzo pesquero se multiplica. El número de partícipes aumenta. Las temporadas de pesca exitosa se acortan. Los pescadores artesanales, que antes capturaban estas y otras especies a poca distancia de sus poblaciones, hoy se han visto obligados por la necesidad, a convertirse en pescadores de altura.

Persiste la ilusión del pescador de tomar riqueza del mar y aumenta su frustración. Debe entenderse que la pesca industrial y la pesca artesanal son actividades humanas que provocan mortalidad y por tanto afectan la estructura poblacional de los recursos hidrobiológicos. La tendencia de la población costera por apostar por la extracción debe ser revertida. La percepción es errada y debido a desinformación. El Estado debiera impulsar una corriente de opinión al respecto.

Los peces constituyen un recurso natural, biológico, móvil y renovable. Su reproducción no requiere la intervención humana ni implica ningún costo. La pesca está sujeta a la disponibilidad de los recursos. La existencia de demasiadas embarcaciones pesqueras acarrea la sobreexplotación y la disminución de las poblaciones. La reducción de la flota debe ser un objetivo fundamental de la política pesquera.

Cada pez capturado deja de estar disponible para los demás pescadores. Cada pescador se ve afectado por la actividad de los demás pescadores, artesanales o industriales. Por tanto, a mayor cantidad de pescadores, menos capturas para cada uno, sobre todo en un escenario de pesquerías plenamente explotadas. Por tanto, la pesquería no debe admitir más participantes.

Las poblaciones de peces no se reproducen con la celeridad y en los volúmenes necesarios para permitir que intervengan nuevos pescadores, sean artesanales o industriales. La dependencia y vulnerabilidad de los pescadores respecto de las actividades de los demás pescadores actuales es inevitable. Con mayor razón si entran nuevos.

En las pesquerías nos enfrentaremos siempre al problema de la sobreexplotación del recurso natural, por lo que surge la necesidad de aplicar restricciones. La disipación de las rentas se produce porque el empresario al observar que en la actividad pesquera se están produciendo beneficios económicos positivos, ingresa a ella tomando en cuenta sólo su estructura de costos y pensando en el ingreso medio que obtendrá de la participación de la actividad pesquera. Sin embargo, no toma en cuenta los efectos externos que causa a los participantes existentes, es decir, al ingresar él no considera que se reduce la biomasa disponible por lo que para alcanzar los mismos niveles de ingreso se requiere ejercer un mayor esfuerzo pesquero o alternativamente desplazarse a mayores distancias para alcanzar un mismo nivel de captura. Al final, se ejerce una cantidad de esfuerzo tal que los beneficios económicos que existían se hacen, o pueden volverse cero.

Estos efectos corresponden a la externalidad productiva negativa, es decir, cada armador pesquero no ha considerado en su decisión los efectos marginales que produce al resto de los participantes de la actividad. Debe hacerse un análisis que arroje una primera información útil que les permita evaluar si salir a pescar es negocio o si ya dejó de serlo hace mucho tiempo debido a que los recursos pesqueros van disminuyendo en la medida que el esfuerzo pesquero se va incrementando.

En una competencia, donde todas las embarcaciones artesanales entran a pescar libremente, con formalizaciones que nunca terminan, los más perjudicados serían los actuales pescadores, porque cada vez tendrían menos recursos para extraer y menos días de pesca. Este problema no se presenta en la pesca industrial que tiene controles y regulación más eficaz.   

Por tanto, la pesca no puede ser de libre acceso ni debe permitirse la construcción desenfrenada de embarcaciones, además que está prohibida. Exigir a los compradores de pota mejor o mayor precio no es la solución por cuanto no lo harán y tampoco son responsables de la sobre oferta que hay.

Si se incorporan más embarcaciones a la pesca de pota, la situación del precio no mejora y el riesgo de sobreexplotación crece. Para que los precios, por lo menos no bajen, deben reducirse las capturas y los desembarques. Para que la pota no se sobreexplote deben reducirse la cantidad de embarcaciones. Los armadores tienen que entender que más lanchas no les hará ganar dinero, sino al contrario.

El reto es cómo hacerlo. El Estado creo el creo el problema al permitir tantas embarcaciones sin un estudio previo de la capacidad de carga del ecosistema. Ahora debe encontrar la forma de resolverlo. El problema es que este gobierno está de salida, así que lo más probable es que este tema reviente en el próximo gobierno.