VISION
Disponer de una pesquería sostenible, competitiva y responsable, asegurando
el cumplimiento de las medidas de ordenación, fortaleciendo las capacidades de
los pescadores con énfasis en la competitividad y tecnología, para alcanzar un
elevado estándar de seguridad alimentaria.
El
uso sostenible de los recursos naturales se define como: «la utilización de
componentes de la diversidad biológica de un modo y a un ritmo que no ocasione
la disminución a largo plazo de la diversidad biológica, con lo cual se
mantienen las posibilidades de ésta de satisfacer las necesidades y las
aspiraciones de las generaciones actuales y futuras». (Último párrafo del
Artículo 2° del Convenio sobre la Diversidad Biológica de Río de Janeiro –Junio
1992- ratificado por el Perú mediante Resolución Legislativa N° 26181 del 12 de
Mayo de 1993)
La
pesca responsable se define como “aquella pesca racional de cualquier recurso
bioacuático orientada hacia la consecución de un óptimo beneficio económico y
social, observando indispensable respeto por la biodiversidad y la calidad
ambiental”. (Vigente en la
legislación peruana, concordante con el Código de Conducta para la Pesca
Responsable de FAO).
Alcanzar
pesquerías sostenibles y socialmente responsables no puede ser producto
únicamente de leyes o normas, sino, además, de una adecuada capacitación y
educación que facilitará el cumplimiento de la normativa en toda la cadena de
valor de la pesca artesanal.
Debe
enfatizarse el rol fundamental del consumidor final, como objetivo principal de
toda la actividad pesquera. La razón de ser del Estado y de la política es y
debe ser el ciudadano, cuya primera necesidad es alimentarse, por lo tanto
regular recursos hidrobiológicos es un componente fundamental en la visión del
Estado. Hoy en día somos un país con una enorme población infantil desnutrida y
anémica nadando en un mar de proteína abundante.
La
actividad pesquera existe en función de la disponibilidad de recursos
hidrobiológicos. Especies extinguidas no podrían ser reguladas ni mucho menos
utilizadas.
Los
principales objetivos estratégicos para una política y un plan de gobierno para
el sector pesquero, deben ser:
Asegurar
la sostenibilidad, sino de todas, por lo menos de las principales especies
dedicadas al Consumo Humano Directo.
Proporcionar
alimentación de origen hidrobiológico a la población peruana en primera
prioridad y en especial a las poblaciones vulnerables.
Disponer
de un Plan Nacional de Capacitación, que es fundamental dentro de cualquier
estrategia de desarrollo para este sector a través de un nuevo paradigma:
“innovar creando capacidades”.
Se
pueden leer los planes de gobierno de los partidos que compiten en estas
elecciones 2026 en el siguiente enlace:
https://lpderecho.pe/elecciones-2026-lea-aqui-planes-gobierno-presentados-partidos-postulantes/
Tarea
complicada dada la cantidad de candidatos y lo extenso de algunos de los
documentos. Hay que agregar la resistencia de las personas a leer textos largos,
que se aprecia en los últimos años, así como al desinterés por la política.
En
todo caso, el hecho es que todos los planes dejan de tener vigencia el día que
se proclama al candidato ganador. De ahí en adelante es pura negociación
política y repartija de cargos para ganar apoyo del congreso.
Una
siguiente oportunidad para diseñar y ejecutar una agenda pesquera es en la
elaboración del PESEM (Plan Estratégico Sectorial Multianual), que sirve como
hoja de ruta para el ministerio y entidades públicas adscritas, estableciendo
qué se debe hacer y cómo.
Se
precisa disponer, antes del término del año, de: Un PESEM, POIs y PEIs
alineados con el plan de gobierno.
Los
problemas del sector y sus necesidades, básicamente son los mismos desde hace
más de 20 años o más, y han sido expuestos muchas veces. Sin embargo, es poco o
nada lo que se ha avanzado.
Los
nuevos gobiernos asumen funciones en forma práctica los días 1 de agosto. Ello
implica que ya existe un Plan de Gobierno anterior aún en curso, un PESEM aún
en curso y una programación presupuestal en ejecución hasta el 31 de diciembre,
que teóricamente deriva de los POI de cada pliego. Al mismo tiempo el proyecto
de presupuesto para el año siguiente ya está confeccionado y para la aprobación
del MEF en el segundo semestre.
En
este sentido los nuevos gobiernos tienen un espacio de manejo casi nulo en sus
primeros seis meses y un siguiente año relativamente manejable en la medida que
se alcance a proponer modificaciones al proyecto de presupuesto y POI ya
elaborados.
El
escenario real muestra que un plan de gobierno no es aplicable en su totalidad
desde el primer día de gobierno, lo que probablemente explique, en parte, que
por lo general no se cumpla lo ofrecido, convirtiéndose en un documento de
propaganda sin elementos vinculantes que obligan a respetarlo.
El
titular del Pliego o Ministro es la persona clave del Ejecutivo en la medida
que ejecuta las acciones de Gobierno.
Basado
en el plan de gobierno, deberá diseñar su Plan Estratégico Sectorial
Multianual, Plan Estratégico Institucional y Plan Operativo Institucional que
debieran ser implementados en total coherencia con el Plan de Gobierno. Estos
documentos deberán permitir reformular el Presupuesto para el año siguiente a
la asunción del nuevo Gobierno. Para que esto ocurra, el tiempo es vital, razón
por la cual el PESEM debe estar listos para su implementación, con las acciones
derivadas, desde el primer día de gobierno. En ese mismo orden de ideas, los
funcionarios responsables de los mandos inferiores al titular del pliego ya
deben haber sido convocados e integrados al equipo de gobierno.
No
hacerlo de esta manera supone que los primeros seis meses de gobierno se
consume el tiempo en reacomodar funcionarios y documentos de gestión en perjuicio
de la celeridad con la que deben iniciarse las acciones del Plan de Gobierno.
La
cifra de 32 ministros en 23 años, desde la creación del Ministerio de la
Producción, podría ser una de las causas de que la gestión del sector pesca
durante el período haya sido inadecuada e improductiva para las necesidades de
la pesquería.
El
gobierno actual ya lleva 9 ministros y 3 viceministros en cuatro años, todo un
récord y un monumento a la improvisación.
El
corto tiempo que cada Ministro permanece en el cargo, la inexperiencia de cada
uno, la rotación constante de funcionarios de todo nivel, derivada del cambio
del titular del pliego, muestra que la precariedad y temporalidad del cargo
generan ausencia de compromiso e indolencia ante problemas que se desconocen
agravando cada vez más la situación del sector.
No
basta la buena voluntad, o la capacidad personal. Sin conocimiento y
experiencia en pesca, la probabilidad de un fracaso o de no hacer algo serio,
es muy alta.
El mejor voto no adhiere promesas: lee trayectorias
Por León Trahtemberg
Cada campaña electoral se convierte en una feria de
ofertas. Promesas grandilocuentes, planes perfectos, soluciones inmediatas. Se
nos pide creer. Pero votar no es un acto de fe: es un ejercicio de juicio.
Aun en el supuesto —cada vez más ingenuo— de que un
candidato quisiera cumplir sus promesas electorales, la realidad política las
pulveriza rápidamente. Gobernar no es mandar. Es negociar. Es construir
acuerdos con un gabinete que no siempre piensa igual, con congresistas que
responden a sus propios electores, intereses, ideologías o cálculos de
supervivencia. Las mayorías legislativas se arman y desarman, los consensos son
frágiles y las promesas de campaña rara vez sobreviven al primer presupuesto o
a la primera interpelación.
Por eso, insistir en votar por promesas es votar a
ciegas.
Lo único que realmente tenemos para evaluar a un
candidato es su trayectoria. Lo que hizo cuando no estaba en campaña. Cómo
resolvió problemas reales. Si supo liderar equipos diversos, si fue capaz de
negociar sin traicionar principios, si generó valor en la empresa, en la
gestión pública o en el servicio comunitario. La historia personal y
profesional no miente; el afiche electoral, sí.
Un buen presidente no es el que promete más, sino el que
ya demostró que puede convertir ideas en hechos en contextos adversos. El que
sabe escuchar, ceder, persuadir y, cuando corresponde, plantarse. El que
entiende que la política no es un monólogo moral sino un ejercicio permanente de
liderazgo con otros.
Elegir bien no es preguntarse “¿qué promete?”, sino “¿qué
ha hecho?”. No es dejarse seducir por el discurso, sino examinar el recorrido.
El mejor voto no se deposita en la urna con ilusión, sino con memoria. Porque
las promesas se las lleva el viento; la trayectoria, no.