Todo sistema
de ordenamiento pesquero considera, según sea el caso, régimen de acceso,
captura total permisible, magnitud del esfuerzo de pesca, períodos de veda,
temporadas de pesca, tallas mínimas de captura, zonas prohibidas o de reserva,
artes, aparejos, métodos y sistemas de pesca, así como las necesarias acciones
de monitoreo, control y vigilancia.
El ordenamiento pesquero debiera ser la suma de normas y acciones conducentes al
logro de tres objetivos genéricos: Alimentación, Empleo e Ingresos Económicos.
Ello exige contar con información
científica y evaluar factores económicos y sociales que inciden directa o
indirectamente en la actividad pesquera.
Los retos
para el manejo de nuestra pesquería implican incrementar el conocimiento de las
interrelaciones propias del ecosistema de la Corriente Peruana, así como sobre
la variabilidad climática y su impacto en los recursos pesqueros.
Es necesario
aplicar a nuestra pesquería el concepto y los principios del manejo
ecosistémico; diversificar el esfuerzo pesquero y propiciar iniciativas que
redunden en el consumo humano de nuestros recursos pelágicos, en particular, de
la anchoveta.
El Estado
peruano debe asignar prioridades especiales al desarrollo de la pesca artesanal
y de menor escala como fuente de empleo e ingresos para muchas comunidades
costeras.
Alcanzar
pesquerías sostenibles y socialmente responsables no puede ser producto únicamente
de leyes o normas, sino, además, de una adecuada capacitación y educación que
facilitará el cumplimiento de la normativa en toda la cadena de valor de la
pesca artesanal.
La mejora de
la productividad y competitividad requiere de un nuevo enfoque basado en la
perspectiva de los derechos y necesidades tanto del ciudadano, como del pescador
enfatizando el rol fundamental del consumidor final, como objetivo principal de
toda la actividad pesquera.
Para la
mayoría de los pescadores artesanales, uno de los haberes más preciados es su
capital intelectual, el cual se encuentra representado por un conocimiento
detallado del caladero y el comportamiento de las poblaciones de peces. Es
precisamente este conocimiento específico el que lo ayuda a sobrevivir en la
competencia con las embarcaciones más grandes y poseedoras de una mayor
tecnología. Sin embargo, su
supervivencia solo mejorará en función de la capacitación contínua a la que
acceda y a la inversión en tecnología que ejecute, con el objetivo de lograr
una ventaja a corto plazo en la competencia por el recurso marítimo.
El no
hacerlo, por no contar con garantías para acceder a financiamiento o por otras
razones, limita sus alternativas en términos de estrategias de supervivencia e
implica un aumento de su esfuerzo y márgenes menores de utilidad; o, por
supuesto, su salida del sector.
En dicho
contexto, repensar los objetivos de una educación y capacitación para el
pescador artesanal se torna indispensable; pero sin descuidar al resto de la
cadena productiva del CHD puesto de que de nada vale un producto de calidad
desembarcado, si a partir de ese momento hasta su recepción por el consumidor
final se deteriora por falta de buenas prácticas de manejo. Están los estibadores,
los ayudantes, los transportistas, los comerciantes, los puestos de los
mercados, que forman parte de la cadena.
Los
pescadores artesanales, que antes capturaban sus especies a poca distancia de
sus poblaciones hoy se han visto obligados por la necesidad, a convertirse en
pescadores de altura sin tener la preparación ni el equipamiento apropiado y se
aventuran a veces hasta las 200 millas en busca de especies sustitutas a su
pesquería tradicional, como el perico, por ejemplo. Necesitan adecuarse a esa
nueva realidad.
Los intentos
de formalización de la actividad artesanal no han sido muy exitosos en el
tiempo, lo que impone enfocar una nueva estrategia que consiste en llevar la
actividad a convertirse en un negocio más rentable, para cual debe reducir sus
costos y elevar su productividad. Estos elementos harán más atractiva la
formalización por las ventajas que ofrece la misma. Ello requiere de innovación
y capacitación. Implica una visión integral también. No es suficiente tener un
permiso de pesca, sino también RUC, de tal forma que incorporen a los
tripulantes en una planilla lo que resolvería automáticamente sus necesidades
de seguridad social y pensiones.
Es necesario
promover la generación de valor agregado a fin de poder alcanzar mejores
niveles de rentabilidad en beneficio del pescador, del trabajador del sector,
del consumidor y del Estado. Por tanto, es importante diseñar mecanismos que
faciliten el crecimiento. El crecimiento en función a mantener volúmenes
constantes de desembarque es irresponsable, toda vez que las posibilidades de
extracción tienen límites naturales, lo que obliga a dirigir el esfuerzo hacia
el valor agregado escalando lo máximo posible.
En la lógica
de una política de sostenibilidad, ordenamiento, adición de valor agregado en
óptimas condiciones sanitarias y de mínimo impacto ambiental se impone un
rediseño de las actividades de capacitación orientada fundamentalmente a crear
capacidades en los pescadores artesanales y procesadores primarios en las
materias convenientes para lograr dichos objetivos.