No es apropiado pretender
incrementar el consumo de pescado a través de promociones, sin haber
determinado cuáles son las especies que pueden ser promocionadas. Ello requiere
de una investigación científica que indique con precisión qué especies existen
con la suficiente biomasa como para soportar un esfuerzo de extracción
sostenido. Lo que a su vez lleva a la necesidad de asignar una cuota global
máxima de ser extraída en determinados períodos, reglamentando las tallas
mínimas y épocas de veda reproductiva.
Los recursos pesqueros, si bien es
cierto son renovables, no son infinitos y necesitan de regulación para asegurar
su renovación, lo que en resumen es el significado de una pesquería sostenible.
Mientras no se conozca los límites
máximos de extracción de todos los recursos pesqueros susceptibles de ser
extraídos por la pesca artesanal e industrial, es irresponsable estimular
mayores inversiones en la fase extractiva.
El censo de pescadores es un hecho
que ya fue ejecutado y contiene información que tiene que conjugarse con la
investigación científica de los recursos pesqueros artesanales. Esta última es
una tarea pendiente que debe imponer limitaciones a la actividad extractiva. Conociendo
el potencial de extracción existente y la capacidad de carga del ecosistema
marino de Humboldt, se podría imponer cuotas. Los límites máximos de extracción
no podrán ser precisados en tanto el Instituto del Mar del Perú no haga una
investigación adecuada que permita proveer este dato científico al Ministerio
de la Producción.
Este escenario impone aplicar una
política precautoria.
Se está promocionando el consumo de
pescado en el mercado nacional sin referencia alguna de las especies a
promocionar. El país está exportando casi toda la producción industrial de
productos hidrobiológicos que se procesan en plantas, estimulado por los
incentivos y subsidios a la exportación que existen.
Las necesidades alimenticias del
país demandan una política promotora de la comercialización de productos
pesqueros en el mercado nacional y no para la exportación.
En el caso de la anchoveta, para su
consumo en estado fresco, no es, o no sería suficiente una campaña de promoción
al consumidor, sino también un cambio en la normatividad vigente que estimule
la captura de esta especie para el CHD. Se requiere que la anchoveta sea
extraída en las condiciones apropiadas y se le conserve en frío de tal forma
que se asegure un óptimo producto sanitariamente aceptable.
Para su consumo en conservas, tiene
que modificarse la normatividad para facilitar que la industria conservera
disponga de adecuadas condiciones de abastecimiento, de las cuales hoy no
dispone generándose capacidad instalada ociosa por falta de materia prima.
Debe regularse y controlarse que
las capturas destinadas al CHD no se desvíen hacia la harina estimulando la
creación de un mercado que asegure un mejor precio que el que paga la industria
reductora.
Si no se actúa sobre estas
variables, hablar solo de promocionar el consumo es insuficiente.
Una demanda creciente permite la
generación de empleo y de empresas que a la vez proporcionan proteína a la
población más necesitada. La medición del consumo en Lima, en el sector A no es
el índice que debe marcar el estado del consumo de pescado per cápita, sino el
consumo en el interior del país.
Sin embargo nada de esto será
posible mientras no se establezcan cuotas anuales de extracción científicamente
determinadas por el ente científico y un eficiente programa de creación del
hábito de consumo en el interior del país, que genere un incremento de la
demanda, sumado a acciones de mejoramiento de las prácticas de manipulación y
envasado del pescado a bordo.
Los recursos marinos son un recurso
natural patrimonio de la Nación, no son un recurso privado. Por tanto, el
derecho de explotar esos recursos debe asignarse con arreglo a criterios que
garanticen que la pesca contribuya lo máximo posible al interés público.
El programa “A comer pescado”, debe
reorganizarse para hacer que se oriente a la promoción de recursos
hidrobiológicos de mayor disponibilidad estacional dirigido hacia las
poblaciones vulnerables como prioridad, creando el hábito de consumo y
convirtiéndose en un factor de impulso al consumo de pescado; pero basado en
las posibilidades de extracción definidas científicamente. Este deberá
convertirse en un factor de apoyo al desarrollo del mercado interno dentro de
una política de equiparar los mercados de exportación y el nacional en términos
de incentivos.
Marcos Kisner Bueno