No es el viceministro de
pesca y acuicultura el responsable de la captura de anchoveta juvenil ni de los
problemas de la pota. Este cargo, en realidad no detenta poder alguno. Para
todo efecto práctico, el viceministro es tan solo un secretario técnico del
Titular del Pliego. Eso es lo que significa el título “Despacho Viceministerial
de Pesca de Acuicultura”. Tramita documentos y los despacha hacia el Despacho
Ministerial.
Las OPDs dependen
directamente del Ministro y no del viceministro, por tanto posee una autoridad
y poder casi absolutos sobre el sector, como titular del Pliego.
El viceministro, de acuerdo a
la organización y funciones de su despacho, no decide nada, no tiene autoridad
ni mando sobre las OPDs. Tan solo sobre las direcciones, sus asesores y su personal
de confianza, a los cuales tampoco tiene el poder de designar puesto que todo requiere
una Resolución Ministerial, o sea, la aprobación del Ministro.
La única autoridad real que
tiene, a través de las resoluciones viceministeriales que firma, está referida
a quejas y apelaciones, permisos de pesca y otros temas administrativos.
Su firma ni siquiera es
necesaria para documentos de importancia, como lo demuestra la exposición de
motivos que sustentó el DU 015-2020 que no lleva la firma de la entonces
viceministra ni de ningún director del Despacho.
El supuesto poder y
responsabilidad del viceministro es, por lo tanto, un mito, como tantos otros
en la pesca.
Su verdadera función es ser
un experto en pesca para actuar como asesor o secretario del Ministro,
dirigiendo una equipo de direcciones generales que además de desarrollar y
ejecutar las decisiones políticas dispuestas por el ministro, son quienes llevan
la rutina diaria del Despacho, el día a día. Además es quien da la cara ante el
público y los administrados en los temas que el Ministro de turno decida.
Más allá de eso, la opinión y
recomendaciones del viceministro no tienen más valor ni peso que el que el
Ministro de turno quiera otorgarle. Es tan solo un gran proponedor o
proponente, que se convierte en una ayuda para el Ministro en la medida que
pueda dar un amplio asesoramiento sobre los temas de pesca y acuicultura, en función
a su conocimiento del sector y experiencia. Pero ¿cuántos viceministros en los
últimos veinte años han sido expertos o siquiera conocedores del sector?
Es el Despacho Ministerial
quien impone la agenda sectorial y la autoriza con su sí o con su no, más allá
de lo que diga o piense el viceministro, fuese cual fuese su carácter,
capacidad y experiencia.
Pero si no conoce el sector,
¿cuál sería su función? ¿qué es lo que haría si no tiene ideas sobre los
problemas de agenda o nada que proponer? Ese es el problema de fondo cuando se
designa a un viceministro que no sabe lo que tiene que hacer ni conoce el
sector.
Están equivocados quienes
piensan que el viceministro puede resolver pedidos o requerimientos de los
gremios. Lo más que puede hacer es trasladar los temas al Ministro quien es
quien tiene la última palabra.
En consecuencia, todas las
reuniones que los gremios sostienen con él ¿Tienen alguna utilidad práctica para
algo? ¿Sirve para algo reclamarle o responsabilizarlo de la pesca de juveniles?
El responsable del sector es
el Ministro, que no es sino el ejecutor de un modelo de gestión que, entre
otras cosas, reparte culpas entre el Imarpe y el Ministerio, sin que quede
clara la responsabilidad de cada uno. El primero dice que no toma decisiones
sino que proporciona información y datos para la toma de decisiones. El segundo
dice que toma sus decisiones en base a información científica recibida del
primero. En esta gaseosa y vaga repartición de funciones, ¿Quién finalmente es
el verdadero responsable de decisiones como por ejemplo la pesca de juveniles
de anchoveta? La apertura y cierre de las temporadas se realiza con una
Resolución Ministerial, que es firmada solamente por el Ministro.
Debe atacarse el origen y el
fondo del problema y no dirigirse contra el vice ministro año tras año por los
mismos temas y problemas que nunca se resuelven, porque se ataca los efectos y
no la causa.
La principal causa es la
existencia de un sistema que crea un IMARPE cuyo presidente, que no es un
científico, es dependiente de la voluntad del Ministro quien lo designa y lo puede
remover del cargo sin tener que dar explicaciones a nadie. Es una situación que
puede, legítimamente, crear suspicacias sobre la actuación del Presidente de la
entidad. Es lícito preguntarse ¿A quién sirve el presidente de la institución?
¿A los intereses del país, o a los intereses de grupos de poder u otros? La
sostenibilidad de los recursos pesqueros ¿responden a la ciencia o están
influenciados o dominados por intereses políticos y/o económicos? ¿Cuál es la
prioridad, el crecimiento del PBI y las exportaciones o la conservación de los
recursos pesqueros?
Las decisiones que tome el
Ministerio deben hacerse sobre información franca elaborada por el ente
científico, que debe ser claro, contundente y directo en las materias de su
competencia, sin temores ni presiones. Entonces las decisiones políticas que
tome el Ministerio serán de fácil identificación en cuanto a responsables y no
como hoy en día que, en el mejor caso, es una responsabilidad compartida. El país
debe saber quién es el verdadero responsable de decisiones, como por ejemplo,
la de la pesca de anchoveta. El ente científico debe decir sin timidez cuánto se debe pescar, cuándo sí y cuándo no.
Mientras esta entidad no sea
autónoma e independiente del poder y la presión políticas, no puede confiarse
en sus recomendaciones.
La fórmula de juramentación
del Ministro cuando asume el cargo expresa bien la perversidad del sistema:
Dice al final … “Si así lo hiciereis que Dios os premie y si no, El y
la Patria os lo demanden”.
El problema con esta fórmula
es que en términos reales ni Dios ni la Patria formulan demandas al final de la
gestión. Un ministro puede conducir a la extinción de una especie usando
mecanismos legales, cometer los peores errores imaginables y no será nunca
sujeto de sanción mientras sus decisiones hayan sido jurídicamente válidas.
El caso de los juveniles de
anchoveta es una clara muestra de lo expuesto: desde hace diez años o más, en
todas las temporadas se presenta exceso de captura y la autoridad no finaliza
la temporada, generándose una serie de protestas de los pescadores. El patrón
es el mismo año a año: se justifica “científicamente” que puede pescarse
determinado porcentaje de juveniles y nada se hace hasta que la presión sobre
el Ministerio se hace imposible de ignorar. Pero nunca se actúa sobre la causa
de esta situación: la posición e informe de IMARPE. En consecuencia nunca se
resuelve el problema ni se resolverá mientras no se reestructure al ente
científico. Todos lo saben; pero nadie habla ni actúa.
Ese el problema de fondo que
no se está viendo.
El ROF del Ministerio de
Producción muestra las funciones del Viceministro de Pesca y Acuicultura, que
se detallan a continuación para entender lo anteriormente expuesto.
Modificado por:
Más análisis en los
siguientes links:
https://revistapesca.blogspot.com/2025/07/la-direccion-del-imarpe.html
https://revistapesca.blogspot.com/2025/07/informacion-desinformacion-o.html
Por ello es que no se resuelven los problemas de la pesca, los intereses del sector industrial pueden más que la protección de los recursos que nuestro mar puede dar
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