La debida gestión pesquera

El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas. Paul Greenberg

REVISTA PESCA

La Revista Pesca es un medio de información alternativo que presenta artículos, opiniones y noticias referidas a la pesca en el Perú y el mundo, con énfasis en la política pesquera, la sostenibilidad de los recursos pesqueros y la seguridad alimentaria. En este blog se publican notas de importancia, así como novedades del sector pesquero.

En 2023 cumplimos 64 años de publicación en el Perú.

Las ediciones a partir del 2010 se publican en formato digital (PDF) en la siguiente página web: http://www.issuu.com/revistapesca/docs


Merecemos una gestión de la pesca con visión de país y compromiso con el ciudadano.

Los peces del Perú, primero para los peruanos


lunes, 14 de diciembre de 2015

¿Se puede consumir más pescado en el Perú?

Las siguientes cifras muestran los desembarques de pescado en el Perú desde 1950.

















En la presente década ya no se registran desembarques de sardina, especie que hasta fines de la década del 90 constituía un recurso importante. Ya van 15 años que la especie no registra desembarques.
El siguiente cuadro, más resumido, sigue incluyendo a la sardina en forma diferenciada:










El siguiente cuadro presenta el resumen de los 63 años entre 1950 y el 2013. (No se puede presentar el 2014 por cuanto aún no se dispone del Anuario Estadístico del 2014):













Los volúmenes y especies desembarcadas permiten concluir que Perú no es un país con un alto potencial de especies que faciliten incrementar el consumo de pescado, salvo en las especies anchoveta y pota. Las demás especies no representan volúmenes significativos como para pensar que pueden ser promocionadas para aumentar el consumo de pescado per cápita. Más aún cuando esas especies no han sido debidamente estudiadas y no se dispone de información científica que permita regular su extracción fijando límites máximos extraíbles a fin de asegurar sus sostenibilidad.

Nótese que la pota recién empieza a convertirse en un recurso importante a partir de la década del 90, coincidiendo con la desaparición de la sardina.

El jurel, que era un recurso importante hasta fines de la pasada década no pareciera que volvería a desembarcar, en lo que queda de la presente década, volúmenes como en las dos décadas anteriores.
En todo caso, no se evidencian grandes ni importantes recursos pesqueros como para pensar en promocionar el consumo de pescado sin hacer referencia precisa a las especies objetivos que podrían ser promocionadas.
Entre el 2010 y el 2013, los desembarques son los siguientes:










































¿Qué tanto se puede hacer por incentivar el consumo de pescado en el mercado peruano con estas cifras, considerando que una parte importante de estos volúmenes desembarcados se destinan a su procesamiento para la exportación como congelado, conserva o curado?

Es imposible disimular el hecho que los desembarques de especies destinadas al consumo humano, objetivo principal de los pescadores artesanales presentan niveles históricos insuficientes para incentivar su consumo y por ende su extracción, con excepción como se ha mencionado, de la pota y anchoveta.

Las especies como la cabrilla, cojinova, coco, liza, y probablemente algunas de las clasificadas como “otros” escasean y por tanto, aumenta el costo de la faena, sube el precio al consumidor y consecuentemente baja o desaparece la rentabilidad del esfuerzo pesquero (y la del pescador).

Debe sumarse al análisis la incertidumbre de no conocer qué especies están incluidas en la denominación “otros”. 
También debe sumarse la inquietud por saber dónde está considerado (si es que lo está) el jurel procedente de Chile, el cual puede estar siendo importando o ingresando al país de contrabando, o asumiendo la figura de formar parte de los desembarques.

Contribuye también a la incertidumbre el hecho de no contar con cifras precisas que muestren qué porcentaje de los principales recursos como el jurel, el bonito, la caballa y el perico están destinados a su transformación en productos de exportación, lo cual resta a la disponibilidad de saldos para abastecer el mercado interno, bien sea como fresco o procesado. No menciono a la merluza puesto que casi en su totalidad de exporta en forma de congelado.

La conclusión más sana a la que se puede llegar es, que ante estas cifras, sumada a la incertidumbre sobre lo expuesto, corresponde aplicar un enfoque precautorio y no estimulador de mayor extracción, sino orientar el esfuerzo a la promoción de la anchoveta y la pota para consumo humano directo, en especial hacia las poblaciones más vulnerables.

El siguiente cuadro presenta las cifras que sustentan las conclusiones de que solamente se puede promocionar la pota y la anchoveta. Para este cuadro solamente, se ha resaltado la anchoveta, la pota ,el jurel, la caballa y la merluza por ser representativos, sumando el resto de especies a la denominación de otros. Este último comprende múltiples especies cuya extracción puede ser de una complejidad mayor que la que presenta la anchoveta y la pota al punto de hacerlas mucho más caras, por lo cual estimularlas no tendría impacto positivo sobre las poblaciones más vulnerables cuyos niveles de ingreso les obligan a comprar lo más barato.




Tampoco se puede ocultar que el número de personas que pescan ha aumentado y que éstas están cada vez mejor equipadas a nivel de flota y de aparejos tecnificados.

Sucede que la biomasa de las diversas especies objetivo siguen el camino inverso, éstas se reducen y por tanto son insuficientes para satisfacer las expectativas y necesidades de todos los partícipes de la pesquería.

El recurso pesquero no aumenta en función de la demanda. Incentivar la demanda sin contar con oferta suficiente no es una medida responsable y atenta contra la sostenibilidad de los recursos. Incentivar el consumo sin un análisis científico del estado de salud del ecosistema y de los volúmenes disponibles de todas las especies hidrobiológicas, es un acto de irresponsable demagogia que la comunidad científica y la ciudadanía no deben permitir.

La venta al mercado interno se aprecia en el siguiente cuadro:




La expresión “Perú país pesquero” no es necesariamente correcta si se le quiere usar en el contexto de que tenemos mucho pescado, porque no lo tenemos. Lo que tenemos es mucha anchoveta y en segundo lugar, pero bien distanciada, abundante pota.

Somos un país productor de harina de pescado, lo cual es importante económicamente para el país y para el sector de la población que trabaja en esa rama de industria. Pero no tenemos la suficiente disponibilidad de recursos para convertirnos en un país que consume pescado en volúmenes tan grandes como Japón y España, por ejemplo.

En tanto el pollo sea más barato que el pescado y su producción sea mayor, seremos un país pollero y no pesquero desde el punto de vista del consumo.



















Promocionar el consumo de pescado sin precisar cómo y con qué recursos pesqueros se hará y cuál sería el público objetivo, basando la hipótesis en el mito de que somos un gran país pesquero, es demagogia.

Podemos hacerlo con la pota y la anchoveta, si es que diseñamos los mecanismos técnicos y  legales que:
  •        faciliten la promoción del consumo de estos recursos,
  •          estimulen el crecimiento del mercado interno,
  •          contribuyan a reducir la desnutrición infantil.

Podemos explorar nuevas especies si se destina recursos suficientes a la exploración e investigación. Podemos mejorar la regulación de la extracción con mejores herramientas científicas que nos garanticen la sostenibilidad de las mismas. Podemos incentivar el mercado nacional poniéndolo en igualdad de condiciones de subsidios e incentivos que las exportaciones. Podemos mejorar la participación nacional en la renta de la industria pesquera. 

Podemos implementar una reforma en la pesca con tan solo voluntad y decisión políticas.

Podemos también incentivar la acuicultura. Pero esto ya se ha hecho a través de varias normas sin mayores resultados.

¿Porqué hasta ahora no se evidencian importantes inversiones acuícolas en el Perú?

¿Serían sus productos tan abundantes y de precio asequible al público consumidor al punto que causarían un impacto significativo en el incremento del consumo? ¿O solamente se convertirían en un producto más de exportación?

Si quedase más anchoveta en el agua, como efecto de una reducción del volumen de sus capturas ¿aumentaría la biomasa del resto de especies y aumentarían sus desembarques? Eso es cosa que no se sabe con rigurosidad científica; pero sería interesante dedicar recursos y esfuerzos a estudiar el tema.

Se requiere una reforma que ordene mejor la regulación existente y convierta a la pesquería en una actividad socialmente inclusiva.

Se ha atribuído siempre a los recursos marinos, no solo el carácter de renovable, sino además, la cualidad de inagotable.

Se ha elegido aceptar el mito, en obstinada ignorancia de los hechos, creyendo que los recursos pesqueros son infinitos e inagotables y forzando la extracción hacia límites impredecibles en sus consecuencias.

Marcos Kisner Bueno