Los recursos pesqueros
son valores que no pertenecen al explotador del recurso, fuese quien fuese,
sino a su dueño, que en el caso de los peces somos todos los ciudadanos a
través del Estado que nos representa. La constitución política del Perú en el
CAPÍTULO II DEL AMBIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES Artículo 66°, establece que: “Los
recursos naturales, renovables y no renovables, son patrimonio de la Nación”.
El modelo exportador de
productos hidrobiológicos, se ha ejercido a través de ceder, casi en forma
gratuita, la renta de los recursos pesqueros a los grupos económicos en los
últimos años. Instaura como válido que se beneficien los explotadores del
recurso, y no sus dueños, o por lo menos no en forma justa.
Se ha creado un negocio
para capturar esa renta porque ahí están los grandes ingresos en una forma
relativamente sencilla. Los peces son gratis, en algunos casos, ya que no todos
son sujetos del pago de derechos de pesca.
La consecuencia es una
seria injusticia en los ingresos fiscales.
La acelerada conversión
de naturaleza en dinero, ha significado que el sector pesquero encare problemas
como la sobreexplotación y la sobrecapitalización, es decir, embarcaciones y
plantas en tierra más allá de la capacidad de los recursos pesqueros para
hacerlas operar. A esto se agrega la pesca ilegal. Todos estos problemas hacen
imperativo ordenar la pesquería, pero no a costa del Estado. Este último no
puede asumir los costos de la irresponsabilidad o de la ineficiencia de la
industria, como no ocurre en ningún otro sector de la economía. El
inversionista, grande o pequeño, es responsable de su éxito o de su fracaso y
no debe apoyarse en el Estado para conseguir beneficios ni para cubrir sus
pérdidas.
No tenemos, públicamente
por lo menos, una medición del impacto causado al ecosistema derivado de la
actividad de extracción. No tenemos medición del impacto causado al medio
ambiente derivado de la operación de la flota y del vertimiento de residuos al
mar. No sabemos cuánto se requiere de dinero para limpiar y reparar los daños
producidos al medio ambiente y al ecosistema en todo el litoral.
No se dispone de
recursos suficientes para investigación y desarrollo ni para controlar la pesca
ilegal. Solo existe un ente oficial científico que debe ser reestructurado de
acuerdo al DL 1677; pero que está bloqueado por la PCM según ha expresado el
Ministerio de la Producción. El control de la pesca ilegal ¿funciona?
Todo debería ser
revisado dentro del marco conceptual de una visión pesquera que busque tener
una pesquería sostenible. La industria pesquera debe dejar de ser un problema
ecológico y debe contribuir adecuadamente con el país, tal como lo hacen la
minería y la industria en general.
El desconocimiento del
sector pesquero es compartido por la prensa y por la propia sociedad, y por
tanto ambos resultan indolentes al problema. Existe un vacío de conocimiento
que es aprovechado para manipular información en uno u otro sentido. El
ciudadano común está expuesto a una u otra corriente de opinión sin mayor
posibilidad de defensa o de réplica.
Ahí es donde entran los
grandes medios de comunicación. No están para informar, sino para fabricar
consenso. No para describir la realidad de la pesca, sino para crear la
percepción de que su desarrollo es correcto y positivo. Algunos pretenden
anestesiar conciencias.
Por eso vemos notas que
elogian solamente las exportaciones y una generación de empleos sobre la cual
no presentan evidencias. Presentan la exportación como un logro máximo y
destacable. Pero evaden hablar de si la pesquería es “sostenible”, o justa para
la Nación. Jamás tocan el tema de los derechos de pesca, del canon pesquero ni
del impuesto a la renta o si es legítimo que unos cuantos ganen mientras el
país sufre de anemia.
La superficialidad con
la cual se analizan los temas pesqueros es grave. La desinformación es
evidente. Si los medios de comunicación y los analistas exhibiesen en un cuadro
comparativo los valores de exportación FOB del sector, junto con los pagos que
han hecho por renta de tercera categoría y derechos de pesca, y los ingresos
extraordinarios que reciben por drawback y restitución de IGV por
exportaciones, veremos un panorama distinto al que vemos cuando se elogia
exclusivamente a las exportaciones. La labor de los medios debe ser educativa y
analítica antes que sensacionalista en determinadas circunstancias de
coyuntura.
Gracias a unos medios
limitados en su información y análisis, seguimos creyendo que somos buenos
porque exportamos mucha harina de pescado. No asumimos conciencia, aún, de que como
dueños de esos recursos pesqueros no se nos está pagando un precio justo por su
explotación, ni asumimos conciencia del impacto que estamos causando en nuestro
ecosistema marino a cambio de nada, o de muy poco.
La lógica de la empresa
es maximizar las ganancias y reducir costos. Es la ley del libre mercado, es un
aspecto de la globalización. Sin embargo no podemos evadirnos del hecho de que
la civilización actual está viviendo una etapa de alto desarrollo tecnológico y
de crecimiento económico, en forma simultánea a un alto índice de hambre y
miseria en una parte importante del planeta y a una descomposición y deterioro
del medio ambiente, así como a un cambio climático cuyos efectos pueden cambiar
para siempre el paisaje humano y natural de la Tierra.
En ese orden de cosas,
debemos buscar el punto de equilibrio, la media precisa para que las ganancias
empresariales y las consecuencias positivas de la tecnología y la globalización
no se consigan a costa del deterioro del planeta y de la miseria y el hambre de
sus pueblos.