Los peces constituyen
un recurso natural, biológico, móvil y renovable. Su reproducción no requiere
la intervención humana ni implica ningún costo. Los peces no se riegan, no se
abonan, no se alimentan.
La pesca está sujeta a
la disponibilidad de los recursos. La existencia de demasiadas embarcaciones
pesqueras acarrea la sobreexplotación y la disminución de las poblaciones. La
reducción de la flota debe ser un objetivo fundamental de la política pesquera.
Cada pez capturado deja
de estar disponible para los demás pescadores. Cada pescador se ve afectado por
la actividad de los demás pescadores, artesanales o industriales. Por tanto, a
mayor cantidad de pescadores, menos capturas para cada uno, sobre todo en un
escenario de pesquerías plenamente explotadas. Por tanto, la pesquería no debe
admitir más participantes.
Las poblaciones de
peces no se reproducen con la celeridad y en los volúmenes necesarios para
permitir que intervengan nuevos pescadores, sean artesanales o industriales. La
dependencia y vulnerabilidad de los pescadores respecto de las actividades de
los demás pescadores actuales es inevitable. Con mayor razón si entran nuevos.
Lo prudente sería
evaluar la magnitud de las biomasas explotables y valorizarlas, deducir el
costo de extracción y conocer la renta neta a que pueden aspirar los que
pretenden emprender la aventura de pescar. De este análisis resultará una
primera información útil que les permita evaluar si salir a pescar es negocio o
si ya dejó de serlo hace mucho tiempo debido a que los recursos pesqueros van
disminuyendo en la medida que el esfuerzo pesquero se va incrementando.
En una competencia,
donde todos los pescadores entran a pescar libremente, los más perjudicados
serían los actuales pescadores, tanto artesanales como industriales porque cada
vez tendrían menos recursos para extraer y menos días de pesca.
Por tanto, la pesca no
puede ser de libre acceso. Para evitarlo es necesario establecer cuotas anuales
y cuotas individuales, así como el pago de derechos de pesca según el tipo de
embarcación que posea el pescador, la
capacidad de pesca del mismo y la especie a pescar.
Incorporar más flota no
mejora el número de jornales puesto que estos están en relación directa a la
cantidad de recurso que se extrae.
Si, por ejemplo, se
tiene una granja con 100 gallinas que producen 1,000 huevos diarios que sirven
para alimentar a un pueblo de 200 habitantes a razón de 5 huevos por persona,
incrementar 100 personas más solo permitirá que cada persona en lugar de comer 5
huevos consuma tan solo 3.3 huevos.
Por tanto es el recurso
el que define la cantidad de trabajadores y no estos últimos.
En los últimos 30 años
el escenario pesquero ha cambiado radicalmente. Los indicadores lo evidencian:
- Menores
volúmenes y menores tallas en las capturas,
- Los pescadores
costeros se han convertido en pescadores de altura o proveedores de la
industria harinera.
- Los botes y
aparejos artesanales tradicionales se han reconvertido y mecanizado
- La capacidad de
bodega y el esfuerzo pesquero se multiplica
- El número de
partícipes aumenta. Las temporadas de pesca exitosa de acortan
- Persiste la
ilusión del pescador de tomar riqueza del mar y aumenta su frustración.
Debe entenderse que la
pesca industrial y la pesca artesanal son actividades humanas que provocan
mortalidad y por tanto afectan la estructura poblacional de los recursos
hidrobiológicos. La tendencia de la población costera por apostar por la
extracción debe ser revertida. La percepción es errada y debido a desinformación.
El recurso pesquero no
aumenta en función de la demanda.
La Ley de Pesca tiene
carácter promocional y ello debe cambiar; la Ley debe volverse regulatoria,
limitativa y exclusivista, aun cuando aquello parezca impopular.
Pescar no debería ser
un derecho sino debería ser considerado un privilegio. El privilegio será de
unos pocos que se obliguen a sacar la cantidad justa que garantice la
sostenibilidad de las especies al menor costo en beneficio de la alimentación
humana y a los mejores precios para los pescadores.
Los medios del Estado
deben orientarse a la educación, a la capacitación y al asesoramiento previos
antes de brindar apoyo financiero a la población pesquera. No debe estimularse
la formación de más tripulantes ni más pescadores, ni más embarcaciones, sino
perfeccionar a los actuales, convertirlos en añadidores de valor agregado,
llevarlos a la creación de cadenas productivas, hacerlos microempresarios que
construyan una cadena que lleve sus productos por todos los rincones del país.
El siguiente link
muestra una opinión acertada:
https://www.infobae.com/peru/2025/06/18/pota-en-tiempos-de-sobreabundancia-de-oportunidad-al-caos/
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