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jueves, 31 de diciembre de 2015

Revista Pesca enero 2016: Editorial

El ciudadano peruano merece un ambiente sin contaminación, una mejor participación en la renta de la industria pesquera y políticas públicas que faciliten y estimulen la generación de una mayor oferta de pescado a precio accesible, especialmente para las familias de menores recursos.

Dado que se estima en, aproximadamente, 500 mil las personas que de una u otra manera tienen relación laboral o comercial (incluida la gastronomía) con la pesca en general,  planteo un enfoque desde la perspectiva de los 29 millones 500 mil ciudadanos peruanos que no tienen ningún interés ni relación laboral o comercial en el negocio pesquero; pero que son los propietarios legítimos del recurso. El enfrentamiento por la anchoveta es un tema que al ciudadano NO pesquero no le importa. La oferta política para el sector pesquero, desde la óptica del ciudadano, debe ir más allá de los aspectos puramente biológicos, pesqueros y confrontacional para enfocarse en la recaudación tributaria, derechos de pesca, canon pesquero, contaminación y mercado interno (seguridad alimentaria).  

Este es el enfoque con el cual el ciudadano NO pesquero, o sea la mayoría de la ciudadanía, debe juzgar las ofertas electorales que están por aparecer. Los recursos naturales no son un bien privado de los pesqueros y pescadores. Son un bien público y nos pertenecen a todos, por tanto el público objetivo de la oferta electoral y de las políticas públicas, deben ser las mayorías y no solamente las minorías.

La forma de buscar votos en una elección, a través de ofertas y promesas plasmadas en planes de gobierno, ha perdido credibilidad porque no hay obligación de cumplir lo prometido ni forma alguna de sancionar su incumplimiento. El ciudadano elector carece de medios para reclamar una vez que ya fue embaucado y contabilizado su voto. Algunos dan un aporte en dinero para la campaña al candidato de su preferencia, o a todos, por si acaso. Creo que nadie da dinero a cambio de nada, sino que negocia y/o espera un beneficio del ganador que rentabilice su aporte. No creo en la generosidad para apoyar una campaña política. El candidato ganador tiene que estar, de alguna forma, comprometido a cumplir compromisos con sus inversionistas mas no así con sus electores. El verdadero hacedor de la victoria electoral, el ciudadano que emite su voto, no tiene derechos ni medios de reclamo.

La oferta de que haya mayor consumo de pescado, que además resulta tan caro que es inaccesible para las mayorías, es poco seria y debe ser descartada. No hay información científica que permita conocer las biomasas de las especies objetivo del consumo humano capturadas por la pesca artesanal, que es la que abastece al mercado interno, que garanticen una pesquería sostenible. Aumentar el esfuerzo pesquero sin medida, es irresponsable.

Ese es el contexto en el cual debe trabajar el Estado. Debe priorizar las necesidades y derechos de las mayorías y no colocar en agenda solamente los problemas de las minorías. El hecho de que los 29 y medio millones de ciudadanos no interesados en el enfrentamiento pesquero y por la anchoveta, no accedan a los medios a reclamar ni exigir nada, no justifica que sean relegados y olvidados  por el gobierno en ejercicio, ni por las campañas electorales.

Marcos Kisner Bueno

El enfoque ciudadano muestra que se puede dejar a otras organizaciones la pelea por la protección de la anchoveta. Más bien, amable lector que no participa en el negocio de la pesca, debiera preocuparse por su participación en la renta pesquera, ya que es el propietario del recurso que está siendo explotado por un pequeño grupo de ciudadanos, los cuales lucran con un recurso natural que, es gratis para unos y muy barato para otros.

Porque… ¿acaso más anchoveta en el mar significa más comida para la población nacional? Teóricamente es más comida para otros peces; pero… ¿acaso hay más pescados en abundancia en el mercado y a precios accesibles para todos los sectores económicos? ¿acaso existen hoy  programas sociales que lleven anchoveta o pota a las poblaciones más vulnerables? 

No hay nada de eso.

Comer pescado se está volviendo una exclusividad de los menos que pueden pagarlo mientras que la desnutrición infantil y el hambre de los más, no está siendo combatida con pescado. A nadie le importa. Solo está importando cuidar la anchoveta; pero ¿para quién?

La revista Pesca es un medio de información alternativo referido a temas del mar y de la pesquería.

Difunde información, ideas y  corrientes de opinión que tienen por objeto crear conciencia de la necesidad de hacer sostenible la extracción de los recursos marinos, de seguridad alimentaria y  del cuidado del medio ambiente. Pero sobre todo, contribuir con información para que el lector empiece a formarse una opinión propia sobre la problemática pesquera.

Los invito cordialmente a leer la edición de la Revista Pesca correspondiente a ENERO 2016 y a compartirla en sus círculos y redes sociales.



Y se puede bajar libremente en formato PDF en los siguientes links:



viernes, 25 de diciembre de 2015

Tiempo de reflexión

Tiempo para reflexionar en el inútil tiempo dilapidado en el enfrentamiento y el confrontamiento entre el Estado, la Industria y las organizaciones sociales. Bien podría ser mejor empleado buscando puntos de consenso que permitan tomar decisiones sobre los siguientes puntos de mayor trascendencia y sobre los que nadie dice nada:

1.     Mejorar la participación del Estado en la renta de la industria pesquera a través del incremento de los derechos de pesca vigentes que refleje el verdadero valor del recurso, introducción de regalías pesqueras e incorporación de las capturas de la pesca artesanal a la contribución vía derechos de extracción y formalización.
2.     Mejorar y perfeccionar el canon pesquero y los índices de distribución de tal forma que se garantice una distribución equitativa de los beneficios  económicos de la pesquería.
3.     Extracción sostenible de los recursos pesqueros con un enfoque ecosistémico, lo cual solo sería posible con mayor inversión en investigación, lo que a su vez requiere de mejorar la participación del país en la renta del negocio pesquero como se menciona en la primera recomendación.
4.     Integrar los costos ambientales y sociales a la hora de evaluar la contribución de la pesquería.

A corto plazo debe crearse un espacio para la participación de la sociedad civil en representación de la ciudadanía no pesquera, así como  otras organizaciones en las decisiones que afecten la gestión del sector pesquero.

Aplicar un enfoque precautorio en tanto la investigación científica no esté en el nivel adecuado como para aportar datos que garanticen el establecimiento de cuotas anuales de extracción para las principales especies. Establecer una cuota como límite superior, manteniendo las capturas permitidas, dentro de un sistema basado en derechos, a niveles suficientemente inferiores al rendimiento sostenible máximo. Esto permitiría proteger los stocks de la variabilidad en el sistema y recuperar la resiliencia de las poblaciones de otras especies que dependen de la anchoveta dentro de la cadena trófica.

Implementar los LMPs y estándares de emisiones aéreas para la industria de consumo humano directo.

Actualizar la información y la data estadística sectorial manteniendo la transparencia y el libre acceso a los datos de tal manera que permita tomar decisiones informadas.


Revisar el marco legal y normativo del sector pesquero.

Felices fiestas

Marcos Kisner Bueno

lunes, 14 de diciembre de 2015

¿Se puede consumir más pescado en el Perú?

Las siguientes cifras muestran los desembarques de pescado en el Perú desde 1950.

















En la presente década ya no se registran desembarques de sardina, especie que hasta fines de la década del 90 constituía un recurso importante. Ya van 15 años que la especie no registra desembarques.
El siguiente cuadro, más resumido, sigue incluyendo a la sardina en forma diferenciada:










El siguiente cuadro presenta el resumen de los 63 años entre 1950 y el 2013. (No se puede presentar el 2014 por cuanto aún no se dispone del Anuario Estadístico del 2014):













Los volúmenes y especies desembarcadas permiten concluir que Perú no es un país con un alto potencial de especies que faciliten incrementar el consumo de pescado, salvo en las especies anchoveta y pota. Las demás especies no representan volúmenes significativos como para pensar que pueden ser promocionadas para aumentar el consumo de pescado per cápita. Más aún cuando esas especies no han sido debidamente estudiadas y no se dispone de información científica que permita regular su extracción fijando límites máximos extraíbles a fin de asegurar sus sostenibilidad.

Nótese que la pota recién empieza a convertirse en un recurso importante a partir de la década del 90, coincidiendo con la desaparición de la sardina.

El jurel, que era un recurso importante hasta fines de la pasada década no pareciera que volvería a desembarcar, en lo que queda de la presente década, volúmenes como en las dos décadas anteriores.
En todo caso, no se evidencian grandes ni importantes recursos pesqueros como para pensar en promocionar el consumo de pescado sin hacer referencia precisa a las especies objetivos que podrían ser promocionadas.
Entre el 2010 y el 2013, los desembarques son los siguientes:










































¿Qué tanto se puede hacer por incentivar el consumo de pescado en el mercado peruano con estas cifras, considerando que una parte importante de estos volúmenes desembarcados se destinan a su procesamiento para la exportación como congelado, conserva o curado?

Es imposible disimular el hecho que los desembarques de especies destinadas al consumo humano, objetivo principal de los pescadores artesanales presentan niveles históricos insuficientes para incentivar su consumo y por ende su extracción, con excepción como se ha mencionado, de la pota y anchoveta.

Las especies como la cabrilla, cojinova, coco, liza, y probablemente algunas de las clasificadas como “otros” escasean y por tanto, aumenta el costo de la faena, sube el precio al consumidor y consecuentemente baja o desaparece la rentabilidad del esfuerzo pesquero (y la del pescador).

Debe sumarse al análisis la incertidumbre de no conocer qué especies están incluidas en la denominación “otros”. 
También debe sumarse la inquietud por saber dónde está considerado (si es que lo está) el jurel procedente de Chile, el cual puede estar siendo importando o ingresando al país de contrabando, o asumiendo la figura de formar parte de los desembarques.

Contribuye también a la incertidumbre el hecho de no contar con cifras precisas que muestren qué porcentaje de los principales recursos como el jurel, el bonito, la caballa y el perico están destinados a su transformación en productos de exportación, lo cual resta a la disponibilidad de saldos para abastecer el mercado interno, bien sea como fresco o procesado. No menciono a la merluza puesto que casi en su totalidad de exporta en forma de congelado.

La conclusión más sana a la que se puede llegar es, que ante estas cifras, sumada a la incertidumbre sobre lo expuesto, corresponde aplicar un enfoque precautorio y no estimulador de mayor extracción, sino orientar el esfuerzo a la promoción de la anchoveta y la pota para consumo humano directo, en especial hacia las poblaciones más vulnerables.

El siguiente cuadro presenta las cifras que sustentan las conclusiones de que solamente se puede promocionar la pota y la anchoveta. Para este cuadro solamente, se ha resaltado la anchoveta, la pota ,el jurel, la caballa y la merluza por ser representativos, sumando el resto de especies a la denominación de otros. Este último comprende múltiples especies cuya extracción puede ser de una complejidad mayor que la que presenta la anchoveta y la pota al punto de hacerlas mucho más caras, por lo cual estimularlas no tendría impacto positivo sobre las poblaciones más vulnerables cuyos niveles de ingreso les obligan a comprar lo más barato.




Tampoco se puede ocultar que el número de personas que pescan ha aumentado y que éstas están cada vez mejor equipadas a nivel de flota y de aparejos tecnificados.

Sucede que la biomasa de las diversas especies objetivo siguen el camino inverso, éstas se reducen y por tanto son insuficientes para satisfacer las expectativas y necesidades de todos los partícipes de la pesquería.

El recurso pesquero no aumenta en función de la demanda. Incentivar la demanda sin contar con oferta suficiente no es una medida responsable y atenta contra la sostenibilidad de los recursos. Incentivar el consumo sin un análisis científico del estado de salud del ecosistema y de los volúmenes disponibles de todas las especies hidrobiológicas, es un acto de irresponsable demagogia que la comunidad científica y la ciudadanía no deben permitir.

La venta al mercado interno se aprecia en el siguiente cuadro:




La expresión “Perú país pesquero” no es necesariamente correcta si se le quiere usar en el contexto de que tenemos mucho pescado, porque no lo tenemos. Lo que tenemos es mucha anchoveta y en segundo lugar, pero bien distanciada, abundante pota.

Somos un país productor de harina de pescado, lo cual es importante económicamente para el país y para el sector de la población que trabaja en esa rama de industria. Pero no tenemos la suficiente disponibilidad de recursos para convertirnos en un país que consume pescado en volúmenes tan grandes como Japón y España, por ejemplo.

En tanto el pollo sea más barato que el pescado y su producción sea mayor, seremos un país pollero y no pesquero desde el punto de vista del consumo.



















Promocionar el consumo de pescado sin precisar cómo y con qué recursos pesqueros se hará y cuál sería el público objetivo, basando la hipótesis en el mito de que somos un gran país pesquero, es demagogia.

Podemos hacerlo con la pota y la anchoveta, si es que diseñamos los mecanismos técnicos y  legales que:
  •        faciliten la promoción del consumo de estos recursos,
  •          estimulen el crecimiento del mercado interno,
  •          contribuyan a reducir la desnutrición infantil.

Podemos explorar nuevas especies si se destina recursos suficientes a la exploración e investigación. Podemos mejorar la regulación de la extracción con mejores herramientas científicas que nos garanticen la sostenibilidad de las mismas. Podemos incentivar el mercado nacional poniéndolo en igualdad de condiciones de subsidios e incentivos que las exportaciones. Podemos mejorar la participación nacional en la renta de la industria pesquera. 

Podemos implementar una reforma en la pesca con tan solo voluntad y decisión políticas.

Podemos también incentivar la acuicultura. Pero esto ya se ha hecho a través de varias normas sin mayores resultados.

¿Porqué hasta ahora no se evidencian importantes inversiones acuícolas en el Perú?

¿Serían sus productos tan abundantes y de precio asequible al público consumidor al punto que causarían un impacto significativo en el incremento del consumo? ¿O solamente se convertirían en un producto más de exportación?

Si quedase más anchoveta en el agua, como efecto de una reducción del volumen de sus capturas ¿aumentaría la biomasa del resto de especies y aumentarían sus desembarques? Eso es cosa que no se sabe con rigurosidad científica; pero sería interesante dedicar recursos y esfuerzos a estudiar el tema.

Se requiere una reforma que ordene mejor la regulación existente y convierta a la pesquería en una actividad socialmente inclusiva.

Se ha atribuído siempre a los recursos marinos, no solo el carácter de renovable, sino además, la cualidad de inagotable.

Se ha elegido aceptar el mito, en obstinada ignorancia de los hechos, creyendo que los recursos pesqueros son infinitos e inagotables y forzando la extracción hacia límites impredecibles en sus consecuencias.

Marcos Kisner Bueno

viernes, 4 de diciembre de 2015

La pesca en el Perú: un enfoque desde el ciudadano

El siguiente cuadro muestra cifras entre el año 2003 (fecha de la creación del canon pesquero) y el 2014.


Fuente: Sunat, MEF, elaboración Revista Pesca

Se aprecia el monto total del valor FOB exportado, la recaudación del impuesto a la renta de tercera categoría (que representa el 2.55% del valor exportado) y la recaudación por derechos de pesca (que representa el 0.71% del valor exportado), aunque este último dato carece de información oficial visible. Solamente se le deduce a través de las transferencias efectuadas de canon pesquero.




Las exportaciones no pagan IGV por cuanto se les devuelve ese impuesto, así que no se puede considerar ese tributo como un aporte de la industria pesquera.

La industria, en algunas de sus partidas arancelarias, ha recibido el drawback, que viene a ser una especie de subsidio, cuyas cifras oficiales no se encuentran visibles.

Tampoco hay información de las ventas al mercado interno que expresen con la misma precisión que las exportaciones, lo que se ha vendido en el país.

Por tanto este análisis podría mostrar ratios menos favorables para el país si se sumase la venta nacional a la venta al mercado externo. A mayor venta, menor ratio de participación por renta y derechos de pesca.

Debe sumarse al análisis el impacto ambiental que causa la industria y que se refleja en las bahías principalmente. Es evidente que habrá que hacer un gasto, en algún momento, para limpiar y descontaminar. No se sabe cuánto cueste hacerlo. ¿Quién asumirá el costo de dicha descontaminación?

En términos de contribución monetaria al fisco, y por consiguiente para el país, la perspectiva del ciudadano debe evaluar si el monto cobrado por el Estado para ser utilizado en beneficio de toda la ciudadanía del país es equitativo, adecuado, o justo. Si no lo es, amerita un análisis y la búsqueda de alternativas de mejoramiento.


El enfoque ciudadano puede dejar a otras organizaciones el análisis y discusión sobre aspectos técnicos y científicos propios de la pesquería. Debe más bien, preocuparse por su participación en la renta pesquera, considerando que es el propietario del recurso pesquero que está siendo explotado por una pequeña fracción de ciudadanos, los cuales deberían pagar un justiprecio por el derecho y el privilegio de lucrar con un recurso natural que, está siendo gratis en el caso de la pesca artesanal y muy barato en el caso de la pesca industrial.

La pesca artesanal no está obligada al pago de derechos de pesca. Pero si bien es cierto una parte de sus desembarques va a los mercados nacionales para consumo interno, también es verdad que otra parte va a las plantas congeladoras y enlatadoras que exportan sus productos. ¿Es correcto, y justo desde el enfoque ciudadano, que se exporten productos sin pago de derechos de pesca al igual que los productos que se venden en el país? Más allá de esto ¿no deberían pagar derechos de pesca, es decir el derecho a la extracción de un recurso natural del cual los 30 millones de peruanos somos propietarios, todos los pescadores que realizan esfuerzo pesquero?

Este enfoque también debe dirigirse a analizar los precios a los que se vende el pescado en el mercado nacional y los volúmenes que se encuentran disponibles para las poblaciones de la costa, de la sierra y de la selva. Siendo propietarios de los peces y siendo una de las pesquerías más grandes del planeta, debemos preguntarnos si la cantidad disponible de pescado alcanza para todos los sectores de la población y si sus precios son asequibles para las mayorías.

Un análisis objetivo, sin agresiones, debería conducirnos a la búsqueda de alternativas para hacer de la pesquería peruana una actividad más inclusiva y más justa.

Hoy no es inclusiva porque muy pocos se benefician, no es equitativa porque el país no es adecuadamente remunerado por el lucro que generan sus recursos pesqueros y es discriminatoria porque unos pagan derechos e impuestos y otros no pagan nada o pagan muy poco.
Las políticas públicas tienen que orientarse al ciudadano y a procurar mejorar su calidad de vida. Debemos preguntarnos y evaluar si hoy en día, en el caso de la pesca, el ciudadano peruano está recibiendo beneficios, cuáles son estos y cuántos lo están recibiendo.

En el período 2003-2014, se han desembarcado, o sea extraído, casi 81 millones de toneladas de productos pesqueros de acuerdo al siguiente cuadro. 



Cuando se ve, desde la perspectiva de la renta y del ciudadano, que todos los desembarques para consumo humano directo, o sea casi 13 millones de toneladas, no han pagado derechos de pesca porque la norma así lo permite, surge  el tema planteado en relación a enfocar la pesca desde la perspectiva ciudadana no pesquera. Esto porque el recurso natural no es propiedad de los pesqueros, sino de todos los peruanos. Si fuese una actividad y/o industria que no emplea un recurso natural, este análisis sería innecesario.

Si además el vendedor del producto pesquero es informal, o sea que no paga renta ni IGV (porque la venta de pescado fresco está exonerada), estamos ante una situación discriminatoria e injusta. 

El hecho es que un grupo de ciudadanos extrae nuestros peces del mar a precio muy barato y otro grupo lo hace gratis, sin pagar nada. Este estatus excluye a la mayor parte de ciudadanos del país del beneficio de la pesca, porque tampoco disponemos de pescado abundante y barato para nuestra alimentación.

Los Derechos de Pesca en el Perú y toda la estadística pesquera al 2014 en el siguiente link:



Marcos Kisner Bueno