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jueves, 29 de marzo de 2012

LA MERLUZA, LOS NERVIOS Y EL FUTURO DE LA PESCA

Carlos E. Paredes*

1.    Un afamado neurólogo explicaba que “el nervio más sensible del ser humano es la billetera. Tóquele usted la billetera a cualquier agente económico y verá cómo salta, mucho más que cuando un dentista inexperto lo martiriza curándole una muela …” La vasta experiencia de los encargados de la política económica alrededor del mundo confirma la apreciación de nuestro observador neurólogo. En efecto, cuando se incrementan los impuestos o se introducen regulaciones sectoriales que incrementan los costos o reducen las utilidades, es usual ver a muchos saltar hasta el techo. A nadie le gusta que le toquen la billetera (ni las zonas aledañas).

2.    Todo indica que los empresarios dedicados a la pesca y procesamiento de la merluza, no sólo sienten que se les está tocando las billeteras, sino que se las están arrebatando. Y la consecuente indignación los llevó a publicar el martes pasado un comunicado inusitadamente crítico y confrontacional con las autoridades del sector. Sin duda, fue un exabrupto que debe ser corregido. El cuidado y el desarrollo de nuestras pesquerías requieren del diálogo permanente y respetuoso entre las partes involucradas.

3.    ¿Qué es lo que sucedió? En base a la recopilación de información científica durante el 2011 y al hecho que la población de la merluza no se recuperaba al nivel objetivo (reflejado en tallas de peces reducidas), el IMARPE recomendó reducir su captura a 8,600 TM para la presente temporada (de 40,000 TM anuales en los últimos dos años). ¿Con qué propósito? Asegurar la sostenibilidad biológica de esta importante especie de consumo humano. ¿El costo? En el corto plazo, los empresarios y trabajadores dedicados a explotar esta pesquería se verían negativamente afectados, pero en el mediano y largo plazo su sobrevivencia y bienestar económico estarían siendo asegurados.

4.    Si esto fuese así, entonces ¿qué es lo que explicaría la posición de los merluceros? Según ellos, los resultados de una pesca exploratoria reciente (febrero 2012) indicarían que el tamaño de la biomasa es mayor que el estimado por el IMARPE en el 2011. Es posible; la temperatura del agua cambió y la merluza puede haber migrado de las aguas del Ecuador hacia las nuestras. Sin embargo, no hay información científica concluyente. Como reza el dicho, “una golondrina no hace un verano”. Recordemos que esta especie viene recuperándose de una situación grave; su sobreexplotación en el pasado puso en peligro su sobrevivencia en nuestras costas. Sin duda, se requiere de mayor investigación y monitoreo por parte del IMARPE, como también de mayor comunicación y cooperación entre los sectores público y privado. Esto facilitaría la continua adecuación y perfeccionamiento del régimen de pesca a un entorno siempre cambiante.

5.    La merluza, al igual que otros recursos hidrobiológicos, es un recurso natural renovable y es de todos los peruanos. La obligación del IMARPE, del Vice Ministerio de Pesquería y de los propios industriales es velar por la sostenibilidad del recurso. El régimen de cuotas individuales de pesca que prevalece en esta pesquería y en la de la anchoveta supuestamente alinea los intereses de los pesqueros con los de la sociedad, pues para usufructuar de su cuota en el largo plazo, deben cuidar de la especie en el corto plazo. ¿Qué es lo que estaría pasando entonces? La incertidumbre, reforzada por la insuficiencia de información científica, habría  contribuido a que los empresarios prioricen sus utilidades de corto plazo sobre sus intereses económicos de largo plazo. Un mejor flujo de información reduciría la incertidumbre y contribuiría a que los armadores aprecien en toda su magnitud el real valor de sus cuotas y a que, junto con las autoridades, cuiden mejor de nuestro recurso.
 


* Director de Intelfin y Profesor de Economía de la USMP.

miércoles, 28 de marzo de 2012

FAO, SEGURIDAD ALIMENTARIA Y LA ANCHOVETA PERUANA

La participación de la viceministra de Pesquería, Dra. Patricia Majluf, en la 32ª. Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, que se viene desarrollando en Buenos Aires, tiene por objeto introducir en la agenda latinoamericana la conveniente utilidad de incorporar al debate la necesaria presencia de los productos pesqueros en el contexto de la seguridad alimentaria mundial.


No obstante el destacado rol que ya cumple el Sector Pesquero, todavía existe un significativo   potencial a desarrollar, que puede generar aún más beneficios si se vincula la pesca y la agricultura con los mercados locales y programas de apoyo social.


Erradicar el hambre requiere un ineludible esfuerzo conjunto a nivel nacional e internacional y la FAO está atenta para contribuir al logro de dicho objetivo, para lo cual el Perú dispone de un enorme potencial si se incorpora la anchoveta a la oferta mundial de alimentos. La creación de un mercado nuevo para este recurso no solamente contribuye a la alimentación nacional y mundial, sino que  estimula la generación de empleo en el Perú. De ahí la relevancia participativa de nuestra  Viceministra de Pesquería.

En concepto de FAO, “existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana.”

De acuerdo con este alcance interpretativo, la seguridad alimentaria implica el cumplimiento de  condiciones tales como una oferta y disponibilidad de alimentos adecuados; la estabilidad de la oferta sin fluctuaciones ni escasez en función de la estación del año; el acceso a alimentos o la capacidad para adquirirlos y, por último, la buena calidad e inocuidad de los alimentos.

Tradicionalmente el señalado concepto de seguridad alimentaria se relaciona con la producción de alimentos provenientes de la agricultura, relegando a un plano secundario la participación de la pesca. Se aspira, en consecuencia, a una relación pareja para que ambas actividades se constituyan en herramientas eficaces de inclusión social.

América Latina y el Caribe vive el reto de superar la paradoja de ser una exportadora neta de alimentos al mismo tiempo que 50 millones de sus ciudadanos padecen de subnutrición.

Este es, entre otros, un tema que está siendo debatidos en Buenos Aires, durante la 32ª Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. Esta instancia ayuda a definir el actuar de la Organización a nivel mundial y fija las prioridades de trabajo para la FAO en la Región.


sábado, 24 de marzo de 2012

Los desafíos de la seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe

 



Por José Graziano da Silva, Director-General de la FAO

América Latina y el Caribe vive el reto de superar la paradoja de ser una exportadora neta de alimentos al mismo tiempo que 50 millones de sus ciudadanos padecen subnutrición.

Este será uno de los temas que serán debatidos en los próximos días en Buenos Aires, durante la 32ª Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. Esta instancia ayuda a definir el actuar de la Organización a nivel mundial y fija las prioridades de trabajo para la FAO en la región.

Esta es una manera de aproximar la FAO a los países de la región y garantizar que nuestro trabajo responda a sus necesidades. A mediados de marzo, se llevó a cabo la Conferencia Regional la región de Asia y Pacífico, realizada semana pasada en Vietnam. En dicho encuentro, que contó con la participación de 39 países, quedó patente la necesidad de establecer una estrategia regional para la producción de arroz y apoyar a las pequeñas islas de Pacífico en la creación y fortalecimiento de ciclos locales de producción y consumo vinculados al turismo. El potencial de la Cooperación Sur-Sur para enfrentar los retos y la voluntad de los países en compartir su conocimiento fue otra conclusión destacada.

De la Conferencia en Buenos Aires también esperamos salir con prioridades claras y la reafirmación de nuestro compromiso conjunto con la erradicación del hambre, algo que no solo es totalmente compatible con el desarrollo económico, el manejo sostenible de los recursos naturales y con la mitigación y adaptación al cambio climático, sino que contribuye a alcanzar esos objetivos.

Hay una enorme coincidencia entre las agendas de cambio climático y seguridad alimentaria: ambas exigen cambios significativos hacia patrones más sostenibles de producción y de consumo. A pocos meses de la Conferencia Rio+20, tenemos la oportunidad y necesidad de explorar esa convergencia que ofrece la posibilidad de seguir un nuevo camino de desarrollo, más sostenible, inclusivo y que contribuya a reducir la desigualdad que caracteriza a América Latina y el Caribe.

Esa desigualdad se debe, principalmente, a la concentración del ingreso en la región y se manifiesta de distintas maneras, como la inseguridad alimentaria: la causa del hambre en América Latina y el Caribe es la incapacidad de los más pobres de comprar los alimentos que necesitan. Es un problema de acceso; ese es nuestro talón de Aquiles.

Para enfrentar dicho problema, necesitamos abordarlo desde el ámbito social, económico y productivo. Es fundamental mejorar el acceso de la población más pobre en todo sentido: su acceso a mejores empleos e ingresos, y su acceso a oportunidades.

En las áreas rurales, que concentran cerca de la mitad de la población indigente de la región, eso también requiere mejorar el acceso de los pequeños productores a tierra, agua y otros recursos. La agricultura familiar cumple un papel central en ese desafío, ya que representa uno de los sectores más vulnerables de la población y al mismo tiempo el responsable de producir la mayor parte de los alimentos consumidos por nuestros habitantes.

No obstante el rol que ya cumple, el sector todavía tiene un gran potencial a desarrollar, que puede generar aún más beneficios si se vincula la agricultura familiar con los mercados locales y programas como los de alimentación escolar.

Erradicar el hambre requiere un esfuerzo conjunto a nivel nacional e internacional y la FAO está lista para contribuir a dicho objetivo. Trabajando juntos, esta es una meta posible.

sábado, 17 de marzo de 2012

LA REGULACION DE LAS PESQUERIAS

La regulación de las pesquerías tiene que hacerse en función a la aleatoriedad del recurso y las variaciones del ecosistema. El Derecho Pesquero existe en función de la naturaleza y desarrollo de los recursos hidrobiológicos. Una especie extinguida es imposible de ser regulada. La autoridad política tiene que asumir que la pesca no aumenta en función de la demanda. Por lo tanto se debe legislar en función del recurso pesquero.

  El Ministerio administra el manejo ecosistémico. Su función es administrar las cuotas máximas de captura establecidas por un ente científico profesional y moralmente solvente.

  No es posible pescar más de lo que el ecosistema permite.

  Es conveniente que el Estado reoriente su política y conducta en función del ecosistema, asuma una actitud más firme en defensa de la biodiversidad como conjunto interdependiente y enfrente con destreza y energía las presiones de los distintos estamentos de la colectividad pesquera impulsando el uso menos intensivo de los recursos.

  Existe una crisis en el ecosistema pesquero peruano. La opinión pública debe ser informada de esta situación para entender que no es posible pescar más de lo que el ecosistema permite. Por ello es vital la opinión seria, científica y solvente. La opinión pública debe respaldar las medidas de ordenamiento que deben tomarse en beneficio de la sostenibilidad de la pesquería y de las grandes mayorías nacionales.

  En función de esta situación de crisis tiene que entenderse que todas las medidas de reordenamiento necesarias no admiten componentes políticos sino estrictamente técnicos, lo cual requiere de una campaña de información a la opinión pública.