Esta edición analiza, desde una perspectiva singular, el impacto que causa la política nacional en el sector pesquero.
Los cargos de confianza que significan ministros y viceministros devienen en empleos de suma importancia para la conducción política del país. Sin embargo, cabe cuestionar las razones por las cuales algunos aspiran y pugnan por ocupar esos cargos, aún sabiendo la temporalidad y precariedad de los mismos. ¿Vocación de servicio? ¿Vanidad y ansia de poder? ¿O intereses comerciales y personales?
El tema fundamental en la pesquería peruana ha sido, es y será, la debida y justa contribución de la industria, a fin de que el Estado disponga de los recursos económicos necesarios para la inversión en investigación, modernización de la pesca artesanal e infraestructura. Ello implica compromiso de la Presidencia de la República y voluntad política para actuar. Ministros sin respaldo político del más alto nivel corren el riesgo de ser de derrumbados por el poder fáctico, como presumiblemente ha ocurrido recientemente.
Es Palacio de Gobierno quien tiene que asumir el liderazgo de emprender las reformas necesarias para la pesca en el Perú.
Se espera que el Ministro del Sector tenga un mínimo de tiempo garantizado que le permita administrar el sector con el mínimo de rotación posible de funcionarios. Pero ocurre que el empleo temporal de Ministro, viceministro o director, va más allá de ser temporal y se está convirtiendo en precario.
En un escenario donde el cambio de Ministro, que implica una rotación de todos los cargos directivos de confianza, no tiene un plazo determinado, el sector se sumerge en una incertidumbre tal que aleja la posibilidad de que personas de calidad acepten empleos en la administración e incrementa la probabilidad de no introducir las reformas necesarias.
Trabajar o invertir en medio de una administración que tiene un plazo de vida corto, incierto o indefinido, implica un riesgo alto y un costo personal innecesario.Bueno
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