Cada cinco años, en el mejor de los casos, se reformula
el Plan Estratégico Sectorial Multianual del sector pesquero, en base a la
agenda política del gobierno que gana las elecciones. Pero puede ocurrir que no
exista una agenda pesquera en el plan de gobierno, en cuyo caso se improvisa o
se continúa con la existente.
El gobierno saliente generalmente deja un PESEM
elaborado, en la creencia de que el gobierno entrante lo continuará. Pero ello
no siempre ocurre, o no necesariamente por lo menos. Esto no ocurriría de existir un Plan
Estratégico de largo plazo derivado de una Política de Estado. En su ausencia
es poco probable que un gobierno trabaje la agenda de su antecesor.
Pero si se diseña un nuevo PESEM, considerando que el
nuevo gobierno empieza en agosto, el último semestre del primer año de gobierno
se crea un vacío: o no se hace nada o se continúa el vigente, por cuanto un
documento de esta naturaleza no se hace en dos días, salvo que haya una agenda
y se haya formulado durante la etapa de campaña, o previa.
Por otro lado hay un presupuesto que ejecutar; pero
además hay nuevos funcionarios que reemplazan a los designados por la
administración saliente. No todos ellos conocen el sector ni lo actuado
anteriormente. El tiempo de aprendizaje juego en contra de la pesquería. Por
tanto el nuevo PESEM estará listo para enero del año siguiente.
Sin embargo, el presupuesto para siguiente ejercicio ya
se encuentra formulado por el gobierno de salida también y debe presentarse en
agosto al MEF, o sea que hay poco tiempo para reformularlo y ajustarlo a un
nuevo plan estratégico, que por cierto aún no estaría listo.
La inexistencia de una política de Estado de largo plazo
y la ausencia de una visión nacional de lo que se busca para que la pesca
contribuya al bien común de la Nación en el futuro, genera el problema.
En medio de este vacío político y la ausencia de una
debida alianza entre la sociedad, el Estado, la industria pesquera y la pesca artesanal,
estas últimas se desenvuelven prácticamente solas, diseñando mecanismos y
estructuras que aseguren su supervivencia y desarrollo ante la falta de visión
de largo plazo y de país, así como a la constante rotación de funcionarios que
conducen a cambio tras cambio; improvisación tras improvisación. Círculos de
poder tras círculos de poder, glorias efímeras de personajes que pasan sin
dejar huella. Eso nos conduce a ninguna parte y diluye esfuerzos que bien
racionalizados, podrían concentrarse en objetivos nacionales específicos.
Una prueba de lo expresado puede verse en la triste
suerte que corrió el Centro de Entrenamiento Pesquero de Paita. En 2007 alguien
decidió que había que achicar el tamaño del Estado y por tanto debían reducirse
los Organismos Públicos.
En el caso del sector Pesca, le tocó desaparecer al CEP
Paita para ser absorbido por el FONDEPES. Se pensaba con esto reducir gastos y
optimizar su eficiencia, de acuerdo al pensamiento del momento. Pero sin
embargo, en el gobierno nuevo se crean dos OPDS nuevos: el SANIPES y el INACAL,
lo que introduce un pensamiento distinto en menos de 5 años.
Significa que los argumentos que fueron válidos para el
gobierno anterior dejaron de serlo para el siguiente. Consecuencia natural de
la falta de visión de largo plazo y de la improvisación quinquenal en la cual
la política peruana sume al sector.
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