Algunos industriales pesqueros, y
algunas otras personas también, tratan despectiva y agresivamente a quienes
están preocupados por el ambiente en relación a los impactos negativos que
causa no solo la pesquería, sino otras actividades también.
Resulta interesante observar cómo
algunas de esas personas que tienen eco en los medios de comunicación, no son
combatidas sino más bien son apoyadas por quienes comparten los argumentos que
enarbolan, como la defensa del crecimiento económico (a nivel del cifras del
PBI) y del empleo.
La necesidad de trabajo y de que el PBI crezca, han puesto
al ambiente como factor secundario, lo que convierte a quienes defienden a la
naturaleza en enemigos del desarrollo y del crecimiento.
La ironía es que todos
compartimos la misma naturaleza, solo que algunos colocan el dinero por encima
de la calidad de vida de los ciudadanos y de la conservación del ambiente. Como
si viviesen en otro planeta o como si el deterioro ambiental no los fuera a
alcanzar. Aunque, temporal y eventualmente podrían evadirse de esos impactos
liquidando sus negocios, convirtiéndolos en efectivo y migrando a lugares menos
impactados. Claro que en esa circunstancia poco o nada les importará lo que
dejan destruido, el desempleo y el término “crecimiento económico”.
En ese momento quienes los
apoyaron, confiaron y creyeron en ellos no tendrán ni empleo, ni dinero, ni
calidad de vida. Ojalá quede todavía un ambiente dignamente habitable, con
suficientes peces y agua que pueda ser recuperada.
Pero… ¿Quién asumirá el costo de
la descontaminación y limpieza de las bahías? ¿Los habitantes de esas
poblaciones costeras? ¿El Estado? Porque la industria no lo hará.
Los industriales pueden
defenderse recurriendo a los medios de comunicación, lobistas, operadores
políticos y sicosociales. Poseen los recursos técnicos y financieros para
hacerlo. Generalmente triunfan. Copan las noticias propalando información y
datos en su favor, influyen en la toma de decisiones, colocan y sacan personas
en la administración.
Lo trágico es que el trabajador
pesquero, en última instancia, defenderá a su empleador por encima de los
intereses ambientales porque depende de él para recibir su salario. El ambiente,
por tanto, se convierte en algo de menor importancia. No importa respirar aire
contaminado mientras se reciba dinero. Dicen que ese mal olor que proviene de
las fábricas es el olor del dinero. Por tanto son los jóvenes y los ciudadanos
que no dependen de un salario derivado de la pesca los llamados a defender su
derecho a un ambiente saludable.
El ciudadano común y corriente,
el que no labora en la pesca pero vive en las poblaciones impactadas por la
industria, es un ciudadano pasivo, no tiene quién defienda su derecho a una
adecuada calidad de vida ambiental.
La única manera de que prevalezca
es volviéndose ciudadano activo y creando incidencia política. Precisa de una
organización cívica la cual poco a poco estará obligado a conformar si es que
desea vivir dignamente en un ambiente libre de contaminación. Es su territorio,
es su lugar, es su hogar. El industrial, por lo general, no vive en el lugar
que contamina. Solo lo hacen sus empleados, quienes priorizan el dinero que
reciben hoy en forma de salarios. ¿Mañana seguirán recibiéndolo? ¿Quién sabe?
No se trata de una confrontación
con la industria ni de su erradicación, sino de que se apliquen y se cumplan
estándares de calidad ambiental apropiados sin recurrir a la manipulación, ni a
la evasión de obligaciones y responsabilidades a fin de reducir costos que solo
benefician a la industria y no a la población. El costo de alcanzar adecuados
estándares de calidad tiene que ser asumido por la industria que lucra con un
recurso natural por el cual paga muy poco al propietario, tanto en derechos de
pesca como en impuesto a la renta.
El caso minero tiene una
connotación distinta, ya que el impacto contaminante que causa sí ha generado y
sigue generando reacciones de la población afectada que sale a protestar en
defensa a su derecho a una vida ambientalmente saludable. Extrañamente el caso
pesquero genera poca o ninguna reacción de las poblaciones y nula atención de
la prensa.
El Estado debe establecer Límites
Máximos Permisibles y estándares de calidad adecuados y controlarlos
apropiadamente. La Industria debe aplicarlos a sus PAMAS y convivir
armoniosamente con el ambiente y los pobladores. Es así de simple, sin
manipulaciones ni lobbys.
Como dijo el Papa Francisco en la
encíclica Laudato Si: “El ambiente es un interés en común, que pertenece a
todos y con significado para todos”.
Marcos Kisner Bueno
“Qué es el ambientalismo
Qué
es el ambientalismo. Es un movimiento
social que se centra en la conservación y recuperación de los recursos
naturales, es una campaña a favor del ambiente. También se conoce como
conservacionismo, o Política Verde.
Representa
movimientos en defensa del ambiente con mayor o menor relación con otras
problemáticas sociales, económicas y políticas.
Un
ambientalista es alguien que cree que el medio ambiente, por ser la fuente de
recursos de la humanidad, debería tener su explotación de forma más planeada a
fin de no agotar el planeta para las generaciones futuras.
Los
ambientalistas parten de la Teoría de Evolución de Charles Darwin, que afirma
que los seres humanos son animales como cualquier otros, frutos de la evolución
de las especies.
Lentamente
se está tomando conciencia de la ecología y la conservación de las especies,
pero faltan muchísimos logros aún para crear leyes de protección; grupos
ambientalistas como Amigos de la
Tierra, Greenpeace entre otros son profundos
activistas de la ecología y su defensa”
Fuente
“Ambientalismo
es la promoción de la conservación y recuperación del mundo natural. También se
conoce como conservacionismo, o Política Verde.
Un
conservacionista es una persona que está preocupada por el deterioro del
entorno(Medio Ambiente).
La
usurpación de términos relativos a la ciencia ha causado confusión con respecto
a lo que es científico en ambientalismo, lo que es acientífico, o de plano
anticientífico. Veamos el significado real de los términos y de cómo deben
aplicarse:
Las
etiquetas, que son idénticas para dos clases de ambientalistas, no nos deben
confundir: activistas o ambientalistas radicales y ambientalistas científicos
son dos clases opuestas de conservacionistas, tanto en forma como en objetivos.
Hay
una divergencia enorme entre el ambientalista radical y el ambientalista
científico, principalmente por los estatutos sobre los que ambos grupos se
basan. A menudo, los activistas no se fundamentan en la ciencia, sino que la
mayoría de las veces están diametricalmente opuestos a la ciencia
(Anticiencia).
Además,
no debemos usar indistintamente el término "Ecología" y
"ambientalismo". La ecología es la rama de la Biología que estudia
las relaciones entre los seres vivos y su ambiente, mientras que "Ambientalismo"
es una campaña a favor del ambiente.
La
misma cosa ocurre con los términos "Ecólogo" y
"ambientalista". Ecólogo es un profesionista, científico, dedicado al
estudio de la Ecología, mientras que, ambientalista es una persona que se
preocupa por el deterioro del Ambiente.
Permítame
darle un ejemplo: Cuando una persona dice que "las emisiones de tal
industria empeoran la ecología de nuestra ciudad", realmente está diciendo
que "las emisiones de tal industria empeoran la ciencia que trata sobre
las relaciones entre factores bióticos y abióticos", lo cual resulta en
una aberración lingüística.
Por
lo tanto, debemos tener cuidado con las etiquetas de los grupos ambientalistas
y con la aplicación de los términos "Ecología", "Ecólogo",
"ambientalismo" y "ambientalista"”.
Fuente
¡Qué buen artículo! Sugiero a los lectores leer también acerca de las cuatro reglas no-negociables del funcionamiento sostenible de nuestra -- ÚNICA -- biósfera:
ResponderEliminarhttp://www.thenaturalstep.org/sustainability/the-system-conditions/
Como se manifiesta la misón de toda industria tiene la obligación de tener muy en cuenta la conservación de ambiente asumir el reto y su responsabilidad y valores, deberían pensar que como en la agricultura la mejor forma de protejer el ambiente es cuidándolo y que mejor manera que cultivándose; la acuicultura podría ser una buena alternativa, que impongan multas que se deriven a la investigación y desarrollo de esta actividad en nuestro litoral, mejorando la tecnología de aquellos países de gran desarrollo acuícola; recordemos que Japón desarrollo después de su destrucción total, copiando humildemente las mejores tecnologías existentes en el mundo,educando y mejorandolo
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