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lunes, 30 de noviembre de 2020

La pesca y la gente en el Perú

El peruano merece una mejor participación en la renta de la industria pesquera y políticas públicas que faciliten y estimulen la generación de una mayor oferta de pescado de calidad, sanitariamente inocuo y a precio accesible.

¿Es correcto y justo, desde el enfoque de la gente común, que se exporten productos elaborados con recursos pesqueros que no pagan derechos de pesca? ¿Hay más pescados en abundancia en el mercado y a precios accesibles para todos los sectores económicos? ¿Existen hoy  programas que lleven anchoveta o pota, como especies más abundantes, a las poblaciones más vulnerables? 

No hay nada de eso, porque en las últimas décadas la atención del Estado para la pesquería ha estado en función de la industria y en menor proporción del pescador artesanal. No se ha tenido en cuenta a la gente, al ciudadano, que es el consumidor final y además propietario de los recursos pesqueros. Es momento de dirigir la atención hacia el ciudadano común y corriente, que no está involucrado directamente en la pesca.

Este es el enfoque con el cual el ciudadano NO pesquero, o sea la mayoría de la ciudadanía, debe juzgar las ofertas electorales que están por aparecer. Los recursos naturales no son un bien exclusivo de los pesqueros y pescadores. Nos pertenecen a todos, por tanto,  la oferta electoral y las políticas públicas deben dirigirse a satisfacer a las mayorías y no solamente las minorías.

Se debe mejorar el ordenamiento de la anchoveta estimulando su captura hacia el CHD. En cuanto a los demás recursos, la atención debiera enfocarse en su abastecimiento al mercado peruano, ya que siendo la Nación la propietaria del recurso, es indebido que sea explotado por un pequeño grupo de ciudadanos que lo obtienen gratis unos y muy barato otros. La priorización de su exportación antes que la atención al mercado nacional, es indebida.

Comer pescado se está volviendo una exclusividad de los menos que pueden pagarlo mientras que la desnutrición infantil y el hambre de los más, no está siendo aliviada con pescado.

Las ofertas y promesas plasmadas en planes de gobierno, han perdido credibilidad porque no hay obligación de cumplir lo prometido ni forma alguna de sancionar su incumplimiento. El ciudadano elector carece de medios para reclamar una vez que ya fue embaucado y contabilizado su voto. 

Ese es el contexto en el cual se debe trabajar el sector: Priorizando las necesidades y derechos de las mayorías. El hecho de que los  millones de ciudadanos no interesados en el negocio pesquero no accedan a los medios a reclamar ni exigir nada, no justifica que sean relegados, olvidados y excluidos de la gestión de los recursos naturales como los pesqueros, ni  por el gobierno en ejercicio, ni por los candidatos a la presidencia. Más allá de las grandes cosas que se puedan hacer, con sus complicaciones naturales, el objetivo final que la gente requiere es acceder a pescado barato de buena calidad.

Este enfoque  debe prestar atención a los precios a los que se vende el pescado en el mercado nacional y los volúmenes que se encuentran disponibles para las poblaciones de la costa, de la sierra y de la selva. Siendo propietarios de los peces y siendo una de las pesquerías más grandes del planeta, debemos preguntarnos si la cantidad disponible de pescado alcanza para todos los sectores de la población y si sus precios son asequibles para las mayorías. La campaña que incita a consumir más pescado, que además resulta tan caro que es inaccesible para las mayorías, es poco seria y debe ser descartada. No hay información científica que permita conocer las biomasas de las especies objetivo del consumo humano capturadas por la pesca artesanal, que es la que abastece al mercado interno, que garanticen una pesquería sostenible. Aumentar el esfuerzo pesquero sin medida, es irresponsable.

Se debe hacer de la pesquería peruana una actividad más inclusiva, más justa y no discriminatoria.

Hoy no es inclusiva porque muy pocos se benefician, no es equitativa porque el país no es adecuadamente remunerado por el lucro que generan sus recursos pesqueros y es discriminatoria porque unos pagan derechos e impuestos y otros no pagan nada o pagan muy poco; pero fundamentalmente porque la mayor parte de peruanos no puede acceder al consumo de pescado, porque hay poco (a diferencia de años atrás) y a precios inalcanzables para la mayoría de bolsillos.

El hecho es que un grupo de ciudadanos extrae nuestros peces del mar a precio muy barato y otro grupo lo hace gratis, sin pagar nada, mientras que una importante población de niños hambrientos, desnutridos y anémicos,  se ahogan en un mar de proteína abundante. 

 

Merecemos una gestión de la pesca con visión de país y compromiso con el ciudadano.