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sábado, 19 de diciembre de 2020

Los viejos políticos y la pesca

 

I

Los viejos políticos, o los políticos viejos, tradicionales ambos, tienen que ser reemplazados. Ya pasó su tiempo. El Perú de las mayorías no  ha mejorado ni ha alcanzado un mejor nivel y calidad de vida.

Las cifras macro económicas que nos muestran los medios diciendo que somos un ejemplo de crecimiento, ocultan que esa bonanza solo llegó para los menos y no para los más. En medio de esa realidad oculta, la mayor parte de la población solo recibió migajas de ese crecimiento. La salud y la educación siguen igual o peor. La calidad de vida y salarios de los más no reflejan esa bonanza que dicen nos dio el crecimiento. La informalidad, cada vez más creciente, se ha convertido en una forma de vida, una manera de evadirse de los impuestos, de la ineficacia del Estado y sobrevivir como fuese.

Poco a poco fuimos descubriendo que, además, nos habían robado la esperanza, el optimismo, la fe y el alma. Esos viejos políticos no solo han robado nuestro dinero, sino que destruyeron la moral y el alma de la Nación. Nosotros, los ciudadanos, fuimos el combustible con el cual alimentaron sus apetencias de poder y su ambición. Un puñado de personas nos ha usado para satisfacer intereses personales. Fuimos ciegos, sordos e indiferentes.

Los nuevos políticos jóvenes deben reemplazar a esa vieja clase que nos ha robado y mentido durante décadas. Y si son hábiles, como que de hecho lo son, sumarán a su idealismo y amor por la patria, el sabio consejo de quienes que nunca antes fueron atraídos ni convocados por la política mediocre que se apropió del país.

En este contexto, la pesquería peruana espera una mayor atención hacia el país. Sin desechar sus logros y sus exportaciones, es tiempo de dedicar una debida atención a los pescadores artesanales porque de ellos depende la alimentación nacional. Es tiempo de promover el consumo nacional de pescado de buena calidad y a precios asequibles a las mayorías. Es tiempo de pescar pensando en el ciudadano peruano. Es tiempo de compartir la bonanza del crecimiento económico y de la pesquería con las mayorías nacionales y el mercado nacional.

Es momento de compartir con quienes nunca tuvieron la debida atención de esa vieja clase política, que consume su tiempo en chismes, intrigas, maquinaciones y complots para hacerse del poder, no para servir al Perú, sino a sus propios intereses y luego para mantenerse en él.

Todos lo sabíamos, todos lo habíamos visto; pero no es sino hasta este año que los jóvenes salieron a la calle a decir “basta ya”, que observamos que por fin se tiene el coraje de intervenir en la vida política del país. Corresponde a la ciudadanía decente  darle el voto a los jóvenes y con ello la oportunidad de gobernar el Perú mostrando que sí se puede ser político y funcionario público con decencia, honestidad y compromiso.

Es mejor tener a un joven con un grupo técnico honesto, que a un viejo político tradicional lleno de pergaminos y mañas, mentiroso, corrupto, ladrón y rodeado de cortesanos que hacen funcionar su satrapía en base a la manipulación, la intriga y la autocracia. Apostar por lo nuevo y por los jóvenes, es mejor que la apuesta por los viejos políticos. Nada podemos esperar de  esa estirpe de ambiciosos políticos antiguos.

El mandato de poder del político proviene del pueblo a través de una elección. Corresponde a este ejercerlo con dignidad, honestidad y compromiso con el país, rodeándose de funcionarios competentes, honestos y comprometidos con su plan de gobierno. En ese contexto, no hay que tenerle miedo a lo nuevo, sino a lo viejo. No necesitamos líderes acartonados con muchos pergaminos ni demagógicos discursos. Necesitamos un líder carismático, honesto, idealista, capaz de devolvernos el alma, la esperanza y el optimismo en que nuestro futuro depende de nosotros mismos y no de liderazgos caducos, oportunistas y fracasados. Su equipo es su respaldo.

II

“¿Cuál fue la causa decisiva de la pérdida de la guerra?

La falta de organización militar y autonomía bélica, particularmente en municiones. Eso en cuanto al aspecto técnico, pero más allá, la discriminación racial fue determinante. No hubo armonía cultural ni política. La falta de organización militar, de cohesión, de armonía política.

Había patriotismo, había entusiasmo generoso, había valor y virtudes militares en nuestros soldados y en nuestros oficiales, pero también hubo mucha traición en los sectores pudientes.

¿Pero usted cree que sin esos defectos y deficiencias hubiésemos podido ganar la guerra?

Con toda la superioridad numérica y armamentista del ejército chileno, creo, firmemente que sí. La desunión. El desatino, la ambición política y la carencia de identidad en los sectores acomodados nos perdieron”.

Ultima entrevista a Cáceres, La Crónica 27 de noviembre de 1921

Fuente

“El último virrey del Perú”, Bruno Polack, Editorial Planeta

III

“Sin duda, la Guerra del Pacífico marcó un hito importante en América y nuestro país. Fue el hecho histórico (y simbólico) que puso fin a nuestro proceso independentista. Cerró el telón de una América común para vislumbrar una extraña madurez entre los países sudamericanos, de la cual hasta ahora vivimos el resabio. El discurso patriótico ya no ensalzaba las virtudes de la libertad o de la República frente a un rival lejano o monárquico, ahora el rival se encontraba frente a nosotros. Los intelectuales peruanos desde González Prada y su “Discurso en el Politeama”, marcaron un derrotero diferente, las bases sobre las cuales debía erigirse un nuevo país. “los que pisan el umbral de la vida se juntan hoy para dar una lección a los que se acercan a las puertas del sepulcro[…] “Los viejos deben temblar ante los niños, porque la generación que se levanta e siempre acusadora y juez de la generación que desciende” (Gonzalez Prada 1964). Pero González Prada no solo habla de personas, de viejos y de jóvenes, habla de ideas, de pensamientos, de decisiones, de nueva política como país. “La mano brutal de Chile despedazó nuestra carne y machacó nuestros huesos pero los verdaderos vencedores, las armas del enemigo, fueron nuestra ignorancia y nuestro espíritu de servidumbre”. (González Prada 1964)”.

Fuente

“El último virrey del Perú” ,Bruno Polack, Editorial Planeta

Estamos a las puertas de una elección que deberá marcar el final de la servidumbre y de la ignorancia. Cambiemos el destino de la Patria poniéndolo en manos de lo nuevo. Desechemos lo viejo y a esos viejos políticos que traicionaron al país desde la guerra del Pacífico y que se convirtieron en una peste peor que la propia guerra.

Victoria Nacional, con George Forsyth, se presenta como la mejor, sino la única opción para el Perú. ¿Cuál es el riesgo? Ninguno. No podemos estar mejor con esos viejos políticos, de ninguna manera. Los jóvenes nos dan una esperanza.

lunes, 14 de diciembre de 2020

Nuevos aires en la política peruana

La presentación de la plancha presidencial y del equipo de campaña y de plan de gobierno de Victoria Nacional, cuyo candidato es George Forsyth,  ha traído la sensación de una brisa marina fresca a la contaminada y tóxica política peruana. Un candidato joven, lleno de ideales, con ganas de trabajar por la gente, acompañado por un equipo técnico de experiencia, crean el equilibrio perfecto para traer nuevas ilusiones al país.

La juventud trae un espíritu de servicio nuevo, en un escenario de viejos políticos tradicionales cuya principal característica es el cálculo frío y mercantil, así como la ambición del poder para satisfacer intereses y agendas personales a través del enquistamiento de satrapías en el sector púbico.

Esta característica de ser joven y relativamente nuevo en política, que algunos podrían censurar como debilidad, viene acompañada por un equipo que garantiza un equilibrio entre el idealismo y la buena voluntad de la juventud, con la serenidad de la experiencia que otorgan los años y la genuina vocación de servicio por el país.

Ello trae consigo la esperanza y la posibilidad de una innovación en la pesquería peruana, que marque un rumbo en beneficio de las mayorías y de aquellos que se dedican a la pesca de consumo humano directo. La mejor opción es apostar por lo nuevo y desechar lo viejo en el manejo de la cosa pública.

En las últimas décadas, la atención del Estado para la pesquería ha estado en función de la industria y en menor proporción del pescador artesanal. No se ha tenido en cuenta a la gente, al ciudadano, que es el consumidor final y además propietario de los recursos pesqueros. Es momento de dirigir la atención hacia el ciudadano común y corriente, que no está involucrado directamente en la pesca. Es el enfoque con el cual el ciudadano NO pesquero, o sea la mayoría de la ciudadanía, debe juzgar las ofertas electorales que están por aparecer. Los recursos naturales no son un bien exclusivo de los pesqueros y pescadores. Nos pertenecen a todos.

Comer pescado se está volviendo una exclusividad de los menos que pueden pagarlo mientras que la desnutrición infantil y el hambre de los más, no está siendo aliviada con pescado.

El mensaje de Forsyth abre las puertas de la esperanza para un país anémico y cansado de las mentiras, intrigas y manipulaciones  de sus políticos. Es de esperar que se priorice las necesidades y derechos de las mayorías. El objetivo final que la gente requiere y necesita, es acceder a pescado barato de buena calidad.

Se debe hacer de la pesquería peruana una actividad más inclusiva y más justa.

Victoria Nacional se perfila como la mejor opción.


domingo, 6 de diciembre de 2020

El Ordenamiento pesquero y sus prioridades

El ordenamiento pesquero debiera ser la suma de normas y acciones conducentes al logro de dos objetivos prioritarios: sostenibilidad y alimentación nacional, mediante:

ü  el justo y debido aporte tributario del sector al erario nacional para resarcir al Estado por el uso de recursos naturales y permitirle administrar debidamente su explotación.

ü  el justo pago de los derechos de pesca, ya que si son indebidos, permiten el acceso gratuito o muy barato a los recursos pesqueros y no generan un adecuado nivel de ingresos al Estado.

ü  La adecuada distribución y empleo del  canon pesquero, cuyo reparto es inapropiado y que podrían ser mejor empleados en temas prioritarios para los beneficiarios.

ü  la actualización del ordenamiento pesquero obsoleto, considerando que los impactos del cambio climático y el gran avance de la tecnología de las capturas,  imponen una nueva concepción de la pesquería acorde con la época que vivimos y que dista mucho de la realidad en la cual se diseñó la actual ley general de pesca y la normativa basada en la misma.

ü  la educación y capacitación del pescador artesanal y demás operadores de la cadena productiva del consumo humano directo, para poder mejorar su competitividad y poder alcanzar los niveles de inocuidad y calidad que demandan los países importadores de nuestros productos, así como de nuestro propio mercado, que no puede ser tratado como de segundo orden.

ü  la atención a  la seguridad alimentaria nacional, considerando que una parte considerable de la población continúa con bajos niveles de consumo y de acceso a los productos hidrobiológicos, en ausencia de programas de creación del hábito de consumo de y de apoyo alimentario.

ü  la información científica necesaria sobre los recursos objetivo del CHD y una evaluación de los factores económicos y sociales que inciden directa o indirectamente en la actividad pesquera.

ü  reglamentos de ordenamiento para todos los recursos pesqueros de la pesquería artesanal evitar el abuso de la extracción.

La formalización, como parte del ordenamiento, solo ha venido actuando sobre los permisos de pesca, pero no sobre la obtención del RUC, que convertiría al armador en una unidad de negocios con las ventajas del caso, en especial para sus pescadores tripulantes que obtendrían acceso inmediato a la seguridad social, salud y pensiones. Solo actuar sobre el permiso de pesca es una media formalización que, además, viene siendo complicada y teniendo poco éxito, o al menos discutible.

Pese a que el ordenamiento y la capacitación en pesca son necesarios, no gozan de mayor interés ni apoyo por parte de las administraciones de la pesquería. Probablemente porque siendo acciones cuyos resultados se aprecian en el mediano y largo plazo, son impopulares para funcionarios de turno, quienes por lo general, solo aprecian resultados inmediatos que pueden publicitar como logros.

 

Merecemos una gestión de la pesca con visión de país y compromiso con el ciudadano.

La pesca para toda la gente