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martes, 28 de agosto de 2018

Revista Pesca septiembre 2018: Editorial

La problemática de la pesca artesanal peruana requiere de una atención urgente; pero no tan solo en resolver coyunturas o necesidades del día. Se requiere una atención integral que abarque sus problemas y necesidades de fondo en primer lugar y como condición indispensable para ordenar la actividad.
Sin embargo no se puede ordenar, reformar o resolver la problemática artesanal en ausencia de la visión de largo plazo de la pesquería peruana. Sin una Política de Estado que nos marque el rumbo y defina como queremos ver nuestra pesca en veinte quince, diez y cinco años de aquí en adelante, cualquier medida será temporal, eventual y un parche sin garantía de continuidad.
La formalización, por ejemplo es un tema recurrente. Hace poco se generó una discrepancia sobre quién es la autoridad que concede el permiso de pesca: el Gobierno Regional o PRODUCE. El punto es que habiendo pasado tanto tiempo, existiendo una ley de descentralización, el problema hoy está dominado por el origen del permiso, cuando debiera estar en la parte procedimental. En esta edición recordamos el tema de los permisos cooperativos.
El tema debiera estar resuelto y definido desde hace tiempo. La actividad hoy debiera estar concentrada en la formalización en sí. Y ello implica también una formalización tributaria, porque solo se viene actuando sobre permisos de pesca y carnet del pescador embarcado.
La pesca artesanal viene siendo considerada como sujeto que merece promoción y atención sin que pague derechos de pesca y tributos.  Existe un sector de verdaderos pescadores artesanales que merecería un trato promocional y de apoyo social; pero no todos. Lo que implica la necesidad de redefinir el concepto de quién es pescador artesanal y quien merece el apoyo estatal y quién no lo necesita.
En un escenario pesquero en el cual los problemas crecen día a día y las necesidades de alimentación nacional también se incrementan, no se está enfrentando la situación con la debida importancia y racionalidad. La rotación de funcionarios es demasiado alta, entre otras cosas. La ausencia de políticas facilita que cada nueva administración inserte nuevas ideas o programas, los que no necesariamente responden a una visión de largo plazo y que finalmente no son sostenibles y/o no son continuados por las subsiguientes administraciones. Lo que nos lleva a una situación caótica y de deterioro institucional y sectorial.
El trabajo que realizan el armador y pescador artesanal es uno de los eslabones más importante  de la cadena productiva, ya que es el primer contacto con el recurso, y es aquí donde se decide el destino final que tendrá. El pescador artesanal debe ser consciente de que es el principal proveedor y debe aprovechar esa situación explotándola en su beneficio mediante su tecnificación y organización.
Ambos tienen que desarrollar una cultura empresarial, para lo cual deben ser motivados y capacitados; pero con respeto, no con paternalismo. Es necesario estimular un cambio de actitud en los pescadores artesanales, propiciando su incorporación definitiva al sector empresarial y el abandono de procesos de baja productividad. El armador artesanal debe convertirse en un micro empresario altamente tecnificado, formal y tributariamente aportante, debiendo ofrecer un producto hidrobiológico sanitariamente inocuo.
Finalmente, estamos frente a un problema normativo y regulatorio que carece de base científica, por cuanto no hay información que permita saber el estado de salud y volumen de las biomasas a los cuales accede la pesquería artesanal. En consecuencia, se pesca sin tener idea de cuáles son los límites máximos de captura por especie.

La revista Pesca es un medio de información alternativo referido a temas del mar y de la pesquería. Proporciona información e ideas obtenidas de diversas fuentes, que exponen la temática de la pesca en el Perú y el mundo, con el objeto de contribuir a la formación de opinión propia en base a la lectura de las notas publicadas.

Siendo la pesca una actividad poco difundida y poco conocida por el ciudadano común, la Revista Pesca pretende contribuir a la generación de mayor conocimiento individual. Se publica en forma mensual, en formato digital y su descarga es gratuita para quien desee conocer el sector  pesquero y mantenerse informado sobre su temática.

Para mantenerse informado los invito a formar parte del grupo “Pesca y Mar”, en Facebook, que además transcribe información periódica de relevancia para el sector pesquero.

Los invito cordialmente a leer la edición de la Revista Pesca correspondiente a SEPTIEMBRE 2018 y a compartirla dentro de sus círculos y redes sociales.

En formato revista en el siguiente link:

https://www.yumpu.com/es/document/view/61924664/revista-pesca-septiembre-2018

miércoles, 8 de agosto de 2018

COMPETITIVIDAD PARA SER PRÓSPEROS


“La competitividad es la capacidad que tiene un país de participar exitosamente en los mercados internacionales, elevando el nivel de vida de sus ciudadanos”.

En los últimos años, se ha evidenciado que el sector pesquero para consumo humano del Perú ha perdido competitividad. Nuestras exportaciones se achican ante las de países que hace unas décadas atravesaban por crisis que hasta amenazaron su existencia. Tailandia se convirtió en un centro de producción a escala y absorbe materias primas importadas que llegan por la promoción del Estado a su industria pesquera. Vietnam posee una base de recursos nacionales en crecimiento y se han decidido a apoyar sin regateos a su pesca y acuicultura.

El resultado: Tailandia exporta más de US$ 7,000 millones al año en pesca para consumo humano y Vietnam se asoma a los US$ 8,500 millones. En nuestra región, las exportaciones de Chile son más de US$ 6,000 millones, Ecuador US$ 4,500 millones y Argentina US$ 2,000 millones.

El Perú está estancado, desde el 2011, en US$ 1,000 millones anuales. Se dice que la competitividad es la capacidad que tiene un país de participar exitosamente en los mercados internacionales, elevando el nivel de vida de sus ciudadanos. Está signada por la capacidad que tienen sus empresas de generar y aprovechar ventajas comparativas (capacidad para producir un bien empleando menos recursos que otro).

Cuando se mide la competitividad, se ubica al país, de una manera imparcial en el conjunto de economías que compiten en el mercado global. El Foro Económico Mundial fija 12 ítems como pilares de la competitividad y productividad: instituciones públicas, infraestructura, estabilidad macroeconómica, salud y educación primaria, educación superior y capacitación, eficiencia del mercado de bienes, mercados financieros desarrollados, tamaño del mercado, tecnología, innovación, eficiencia del mercado laboral y sofisticación empresarial. Básicamente, el aumento de la competitividad significa aumento de la prosperidad.

El Foro Económico Mundial señala que las economías competitivas son aquellas con más probabilidad de crecer de forma sustentable e inclusiva, “lo que redunda en más probabilidad de que todos los miembros de la sociedad se beneficien con los frutos del crecimiento económico”.

Según el Foro, el Perú ha descendido en 11 puestos desde el 2013, ocupando hoy el puesto 72 en el mundo. Estamos más cerca de Mozambique y Yemen (los de más baja puntuación) que de Suiza y Estados Unidos (los dos primeros). En el ámbito que tenemos peor calificación es en instituciones públicas (116 de 137 países). Cuando un país cuenta con un marco legal creíble, un sistema judicial imparcial (tan ajeno a los peruanos), servidores públicos alejados de la corrupción, etcétera, las empresas pueden florecer. No es el caso del Perú aún.

Otro aspecto en el que estamos con baja puntuación es en infraestructura (86 de 137). La inversión en infraestructura de un país (carreteras, cadena de frío, puertos pesqueros, saneamiento, etcétera) facilita el crecimiento y desarrollo de las empresas al reducir los costos de transacción, lo que les permite operar de manera más eficiente. Tampoco sucede en el Perú de hoy. Está en las manos de las autoridades del Gobierno peruano, acabar con este freno para el desarrollo del sector.

Atendiendo las demandas de competitividad del sector, lograremos mayores eficiencias, mejoras en la productividad y lograremos la prosperidad de quienes trabajan en la pesca para consumo humano, sin olvidarnos de un elemento central: contribuir a desaparecer la desnutrición crónica infantil y la anemia de nuestro país. Que el Bicentenario nos halle firmes en ese rumbo.

Alfonso Miranda Eyzaguirre
Presidente de la Cámara Peruana del atún